Un solo desahucio es demasiado

“Da igual una ocupación o mil, la sensación entre los ciudadanos es de que le puede tocar a cualquiera. Una vivienda ocupada es mucho, la propiedad privada es sagrada”. Este es uno de los grandes hits de la legislatura del consejero de Vivienda, Roberto Media (PP), que interpreta machaconamente como si fuera su propia canción de verano cada vez que le ponen un micrófono delante y alguien osa preguntarle por la dramática situación del precio de los pisos. 

Puede entonar el estribillo con ligeras modificaciones, en función de si pretende ensalzar las intenciones del Partido Popular de permitir la construcción en cada metro cuadrado de suelo disponible o de si lo que le apetece en ese momento es cargar contra el pérfido Gobierno de Pedro Sánchez, que le invita a declarar zonas tensionadas en la comunidad autónoma para frenar las subidas indiscriminadas de los precios de los pisos a renta en Cantabria.

Lo que no falta nunca en este disco rallado de discurso que no ofrece soluciones, pero que sí está plagado de lugares comunes, tópicos y bulos de la derecha, es una coletilla que da un poco de risa: “Las ideologías en las políticas de vivienda sobran”, suele repetir el consejero. Aunque no lo dice, se sobreentiende que “sobran” todas las ideologías menos la suya, claro. 

Porque mientras él habla de “sensaciones” para extender el discurso del miedo a la ocupación, hay realidades sostenidas en datos oficiales de organismos tan poco sospechosos de 'socialcomunistas' como el Consejo General del Poder Judicial, que hace tan solo unos días nos abría los ojos una vez más: la crisis de vivienda disparó un 70% los desahucios en Cantabria en 2024. Así, mientras los órganos judiciales apenas recibieron 19 demandas por ocupación ilegal, los 'lanzamientos' [terrible eufemismo] practicados fueron 257, la mayoría por impago del alquiler en plena burbuja de precios y de proliferación de pisos turísticos y alquileres vacacionales sin declarar.

Mientras los precios de los alquileres asfixian a los cántabros y cántabras, especialmente a los más jóvenes y vulnerables, el consejero de Vivienda reniega una y otra vez de los datos oficiales que minimizan la ocupación y se olvida voluntariamente de poner el foco en el verdadero problema de los desahucios

Evidentemente, es muy difícil pensar que a alguien le ocupen una vivienda de su propiedad y no acuda raudo y veloz a los tribunales para defenderse y recuperar lo que es suyo. Además, como los datos oficiales no profundizan tanto como para saber quién es el propietario de esas supuestas viviendas ocupadas, no podemos conocer si son casos que afectan a particulares o se trata de pisos vacíos o promociones abandonadas que pertenecen a bancos o fondos buitres que especulan con un derecho fundamental como es la vivienda y cuyo efecto en su cuenta de resultados es francamente exiguo. 

Sin embargo, es fácil deducir que el número de desahucios que acaban judicializados son simplemente la punta del iceberg de una triste realidad que está a la orden del día. Lo más habitual es que los afectados abandonen antes sus hogares, busquen una alternativa precaria entre sus familiares y amigos o sufran en silencio esta auténtica pesadilla. Sobre todo, cuando los datos reflejan que esos 'lanzamientos' están creciendo especialmente por impagos del alquiler. Es decir, en una situación contractual que es mucho más sencilla de romper que una hipoteca.

De esta forma, mientras los precios de los alquileres asfixian a los cántabros y cántabras, especialmente a los más jóvenes y vulnerables, el consejero de Vivienda de Cantabria reniega una y otra vez de los datos oficiales que minimizan la ocupación, se olvida voluntariamente de poner el foco en el verdadero problema de los desahucios por incapacidad de hacer frente a los elevados precios de los pisos y alquileres y exige cambios legales para “sacar rápido” a los presuntos “okupas”, cuando sabemos que Cantabria es el territorio peninsular que ha experimentado mayor aumento de pisos turísticos desde la pandemia y se ha convertido en una auténtica misión imposible conseguir un alojamiento estable en las zonas más turísticas de la comunidad, donde el 80% de la oferta es de temporada y tiene precios desorbitados.

Así que tal vez sea el momento de dar la vuelta al discurso falaz del consejero de Vivienda para hacerle saber que un solo desahucio es demasiado; que su ideología sobra y no puede cegarlo ante una realidad más que patente; que si hay 50.000 casas vacías en Cantabria, la solución nunca puede ser construir más y en cualquier sitio, y también de recordarle que tiene la responsabilidad y las competencias suficientes para aplicar políticas de vivienda que favorezcan a la vida de los cántabros y cántabras por encima de otros intereses. Incluidos, los suyos.