Junqueras obtiene el aval de la militancia para modelar una ERC “desacomplejada”

“Se acaba la ERC acomplejada” es una frase que, dicha por una secretaria general entrante, como es Elisenda Alamany, es todo un cañonazo contra la dirección anterior. Más chocante aún resulta cuando se pronuncia en un congreso donde el presidente del partido, Oriol Junqueras, no es nuevo sino reelecto. Pero en ERC hace tiempo que las dinámicas internas son particulares y de lo que se trataba en la asamblea celebrada este fin de semana en Martorell era de marcar una línea clara entre lo anterior y el partido que viene.
Junqueras ha resuelto con soltura el primer reto que tenía como líder plenipotenciario. Después de haber sido reelegido por la mínima en diciembre pasado, con un partido fracturado por la mitad entre las dos candidaturas que aspiraban a hacerse con la Ejecutiva, la nueva dirección necesitaba recoser las sensibilidades internas y generar algo parecido a un consenso para avalar los tres documentos que debían renovarse en el congreso: político, estaturario (organizativo) y estratégico.
Este examen ha quedado aprobado, con apoyos de entorno el 90%. Es cierto que en diciembre votaron más de 6.000 militantes de ERC, de forma telemática, mientras que en esta segunda parte del congreso, presencial, han participado algo menos de 800 personas. Pese a eso, la dirección de Junqueras ha sabido templar los ánimos de los sectores contrarios y pactar con prácticamente todos los sectores los puntos más relevantes.
Algunas cuestiones espinosas que planteaban los opositores de Junqueras, como la limitación del presidente para participar en procesos electorales, ya se descartó en su momento. Tampoco ha prosperado la cláusula que lideraba Joan Tardà para abrir el partido no solo independentistas sino también a soberanistas. Con todo, la redacción de las ponencias política y estratégica es suficientemente abierta para mantener abiertas las puertas a quienes no comparten las tesis del independentismo más ortodoxo.
La unidad, al menos aparente, se ha logrado en las votaciones. Pero las cicatrices volvieron a tensionarse el sábado, a cuenta de la comisión que ha investigado la polémica por los carteles insultantes contra los hermanos Pasqual y Ernest Maragall, y que salieron de la propia estructura del partido. Esta comisión, liderada por el propio Tardà, había quedado muy disminuida tras la intervención de la oficial comisión de Garantías, que había mandatado entre otras cosas que no se identificase a ninguno de los señalados, en la medida que no se trataba de una investigación con garantías.
Pero algunos nombres propios del partido, sobre todo responsables en la etapa anterior, pero también alineados con otros sectores, entienden que Tardà se saltó esa orden de Garantías cuando, a puerta cerrada, señaló algunos cargos concretos como responsables de las campañas deshonestas. Hubo quejas, tanto internas como externas, y no se descarta que en los próximos días haya más.
Ese episodio ha empañado un congreso que, por lo demás, ha sido sorprendentemente tranquilo. Junqueras y los suyos desean que el congreso de Martorell sea recordado como el punto de inflexión de la nueva ERC. ¿En qué coordenadas se situará ahora el partido? Ni la ponencia política ni las intervenciones muestran cambios pronunciados, pero sí hay un interés claro por que ERC sea considera un partido útil para obtner conquistas tanto en el ámbito social como en el nacional.
“Vivimos un conflicto planetario sobre la democracia y el estado de bienestar. Por eso queremos contribuir a la lucha de todos aquellos que buscan la justicia. Para nosotros la causa de la libertad nacional y la justicia social son inseparables”, ha asegurado Junqueras en el discurso que ha puesto el broche al congreso. Una intervención en la que se dirigido a Junts para afearles que no se algren cuando ERC consigue parecelas de autogobierno y, a los sindicatos, para prometerles que ERC estará de su bando en sus reinvindicaciones laborales.
Junqueras ha pasado de largo de cualquier tema relacionado sobre sus pactos con el PSOE en Madrid y el PSC en Barcelona. Sobre estos temas, en cambio, si ha salido del congreso un posicionamiento oficial, en la medida que el informe de la comisión del seguimiento de los acuerdos califica de “moderadamente positivo” el estado de estas alianzas. En el apartado político, además, el partido considera que debe mantener una relación de “confrontación y colaboración” con el socialismo. La unidad interna obliga a hacer equilibrios.
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