Las energías renovables se estancan con el Gobierno de Ayuso: Madrid es la única comunidad sin ningún parque eólico
![La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante la presentación en Coslada de la primera planta en la región de producción y suministro de hidrógeno.](https://static.eldiario.es/clip/5aef0cb6-52b3-433c-b19c-578e15837bd5_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
“Es gracioso porque la Comunidad de Madrid tiene CERO megavatios de eólica instalada. CERO”. Con este mensaje en redes sociales, la organización ecologista Greenpeace criticaba una lona colocada por Iberdrola en la capital. “Somos como Madrid. Tenemos energía para rato”, podía leerse en la pancarta colocada sobre la fachada de un edificio, que incluía además el dibujo de un enorme molino eólico.
Como bien ilustra uno de los usuarios de Blue Sky que responde el post de Greenpeace, los datos de la Asociación Empresarial Eólica (la patronal del sector) indican que la región no cuenta con un solo parque eólico. Es la única comunidad autónoma con esta circunstancia. Baleares y Cantabria, que ocupan los otros puestos de cola, cuentan con 4 y 35 de estas infraestructuras, respectivamente.
La pequeña controversia levantada en redes sociales ejemplifica las dificultades del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso por reforzar la producción energética en general, y la de fuentes renovables en particular. En este contexto, Ayuso atacaba el pasado lunes al Gobierno de Pedro Sánchez debido a que este aplicará una directiva europea que obliga a los data centers a detallar cada año su huella ecológica: “En los centros de datos, siendo el epicentro en el sur de Europa, nos corta la luz y el agua”. La medida busca mitigar los últimos datos aportados por la Asociación Española de Data Center, que muestran cómo los centros de datos ya consumen el 3% de la electricidad mundial.
Una cuestión especialmente delicada en Madrid: se trata de la región española con menos energía renovable instalada en relación con su superficie. Queda por detrás de Cantabria, comunidad que por su menor consumo cubre un porcentaje mucho más elevado de su gasto con la potencia instalada en su territorio. Madrid, en cambio, importa de otras regiones más del 95% de la energía que consume. Produce solo un 0,4% del total de energías renovables estatal, mientras consume un 11%.
Es gracioso porque la Comunidad de Madrid tiene CERO megavatios de eólica instalada. CERO.
— Greenpeace España (@greenpeace.es) 21 de enero de 2025, 12:32
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Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior se defienden y apelan a algunas particularidades del territorio. Trasladan a Somos Madrid que la ausencia de parques eólicos se debe a que “en Madrid no tenemos viento”. Indican también que “no ha llegado ningún proyecto al que tengamos que autorizar”.
Sara Pizzinato, coordinadora de campaña de transición energética de Greenpeace en España, ahonda en conversación con este periódico sobre los motivos detrás del precario desarrollo de las renovables en la región. “El desequilibrio en Madrid no es solo en energía, también pasa en la correlación entre demanda y producción de comida u otros productos básicos”, aclara en primer lugar. “Las soluciones no miran por tanto solo al sector energético, también a cómo las ciudades pueden ser más eficientes a todos los niveles”.
“La éolica sí tiene límites en determinadas regiones, lo que no significa que no haya nada de potencial en la Comunidad de Madrid. Si dejamos que el mercado decida dónde instalar las renovables, siempre elegirá las de mayor disponibilidad de suelo. Por eso nos encontramos con una comunidad muy urbanizada, donde ningun ayuntamiento se está planteando dejar espacio para renovables, aunque sí lo hagan para infraestructuras como gasolineras, gas ciudad u otros usos energéticos”, expone Pizzinato.
“Es cierto que la Comunidad de Madrid no es de las más ventosas. Cuando cruzas velocidad de viento y alta densidad de población ves que hay dificultades. Además, y esto es positivo, su normativa prohibe las renovables en las muchas zonas protegidas. Lo que unido a las otras dos circunstancias hacen que la cuestión sea complejoa. Ahora bien, hay un término medio entre eso y ser la única región sin ningún parque eólico. Esas zonas existen, sobre todo en el este y en el sur de la comunidad. Aun con todos los elementos adversos, es un potencial desaprovechado. Hay que poner sobre la mesa un plan eólico, sin él es muy difícil que la industria se dirija a este tipo de zonas, al ser más acotadas o específicas. Con áreas más amplias es más fácil escoger”, detalla una de las máximas autoridades de energía en Greenpeace.
El paradigma “sangrante” de la fotovoltacia y el autoconsumo
Menciona que “el autoconsumo es otra herramienta brutal, en la que Madrid también ofrece resultados insuficientes en comparación con otros territorios”. Todo ello pese a algunas iniciativas que sí empiezan a moverse en este sector a nivel autonómico o municipal. El Ayuntamiento de la capital, por ejemplo, bonifica con exenciones de hasta el 50% del IBI por la instalación de sistemas de aprovechamiento de la energía solar.
Para la experta, el origen de la problemática es que las administraciones “no se plantean ni reducir el gasto de energía ni ser más autosuficientes”. En 2022, tres comunidades autónomas concentraron la producción de energía solar en España, según un informe de Unicef: Castilla-La Mancha (con más de 1.125 megavatios o MW), Andalucía (con más de 1.186 MW) y Extremadura (que lidera el ranking con más de 1.450 MW). Esta última fue la región líder en el desarrollo fotovoltaico con 1.467 MW, el 31% de la potencia instalada a nivel nacional. Respecto a la Comunidad de Madrid, la potencia fotovoltaica en plantas en suelo no llegó a los 10 megavatios.
“No existen tantas limitaciones como en la eólica y por eso el caso de la fotovoltacia es sangrante, en el autoconsumo aun más. No hay una voluntad política, porque hay tejados a puntapala. Tampoco existe la concepción de que hay que contribuir a este tipo de demanda de electricidad, o electrificar para otros tipos de energía (transporte o calefacción). El concepto es que debemos comprar de otras comunidades, que no es negativo per se, pero debido a las pérdidas en el transporte es interesante que la generación se acerque al consumo”.
No existen tantas limitaciones como en la eólica y por eso el caso de la fotovoltacia es sangrante, en el autoconsumo aun más. No hay una voluntad política, porque hay tejados a puntapala
Además, para Pizzinato “la generación de renovables (y sus sectores colindantes) es interesante a nivel de empleo”. Señala que todas estas empresas tienen sede en Madrid, pero no pueden o quieren trasladar ahí su producción. “Aunque es cierto que muchos proyectos han pedido acceso, unos 12 gigavatios, que se están tramitando. La Comunidad de Madrid va muy lenta y muy tarde, pero el apetitio inversor sí que está. Esperamos que, si se eligen bien los proyectos y se hacen bien las cosas, la producción vaya aumentando”, apostilla.
La gran excepción es la energía hidráulica: el 24% de la producción eléctrica de la Comunidad de Madrid procede de ella. “La hidráulica fue una apuesta de país, pero sin consideración social, medioambiental, humana...”, lamenta. Desde su punto de vista “es importante cuánta energía renovable se hace, pero igual de improtante es cómo se crea, respetando los entornos y a las personas”.
Pizzinato admite el valor de algunas iniciativas autonómicas en la gestión del Canal de Isabel II, que “utiliza sus propios canales para generar electricidad con sus propias turvinas”. Cree que son “cuestiones interesantes pero minoritarias, parte de lo que se pueda hacer al desprendernos de la idea de que la energía va a venir siempre de fuera”.
Retorcer el concepto de energía renovable
“La Comunidad de Madrid sigue diciendo que genera energía renovable quemando residuos. En las primas a las renovables se colaron las incineradoras por tener el mismo marco regulador que las renovales. Pero es una actividad hipercontaminante que no reduce emisión de gases, promueve el usar y tirar en la gestión material. Meter estos residuos como renovables no tiene sentido desde el punto de vista ambiental. Así que Madrid no solo hace poco, sino que hace menos de lo que dice”, denuncia Pizzinato. La enorme oposición vecinal y medioambiental que despiertan proyectos como el de Valdemingómez ilustra la falta de “consideración medioambiental y humana” que resaltaba la experta.
“En Madrid falta voluntad política, no hay un plan territorial sectorial para la ordenación de las renovables y la identifiación de zonas prioritaria o aptas. Se perpetúa la apuesta por el consumo de renovables, y no tanto su producción, lo cual es un planteamiento arcaico a nivel autonómico y municipal”, insiste Pizzinato.
Reclama igualmente “planes de ordenación territorial, mapas en las que incluir zonas protegidas o con demasiada pendiente en las que no se pueden instalar eólicas y otras en las que sí”. Con ello, la región puede “generar una ordenación con criterios ambientales pero también de participación ciudadana, más allá de la evaluación de impacto medioambiental”. Recuerda que el próximo 21 de mayo el Gobierno central tendría que pasar a la Comisión Europea un mapeo de su plan nacional de energía y clima. “Queremos un plan que aclare las áreas de exclusión a nivel estatal, que lo haga o coordine a las comunidades, porque ellas no lo están haciendo”, concluyen desde Greenpeace.
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