José Manuel Vaquero, neumólogo: “No vamos a olvidar la pesadilla del covid”

Poco antes de las 15.30 horas del 13 de marzo de 2020, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en solemne declaración institucional la inminente activación del estado de alarma. Acababa de reunirse con el rey de España. “Buenas tardes, estimados compatriotas”, arrancó en tono grave ante un país conmocionado por el avance imparable de una pandemia de origen desconocido. A esa hora, habían fallecido 121 personas, otras 4.231 estaban oficialmente contagiadas y todo indicaba que cientos de miles, quizás millones, ya habían entrado en contacto con un virus mortífero llamado Covid-19. Un día después, el Consejo de Ministros decretó el confinamiento masivo del país.
Cuatrocientos kilómetros al sur, el doctor Vaquero se preparaba para uno de los trances profesionales más dramáticos de su vida. Han pasado exactamente cinco años desde aquel día escalofriante. Córdoba, España y el planeta estaban a punto de entrar en un túnel negro y aterrador como nunca jamás se había vivido en la historia reciente.
Nos atropelló algo desconocido
PREGUNTA (P). El 10 de marzo de 2020, cuatro días antes del estado de alarma, Córdoba detectó el primer caso de covid. Un joven italiano de 26 años que regresaba de su país.
RESPUESTA (R). Era algo anunciado. En aquel momento lo que nos decían era que se trataba de casos esporádicos. Pensar que un virus va a respetar fronteras era imposible. Creer que se iba a limitar a China o a Italia era una quimera. Una auténtica quimera. Sabíamos que iba a llegar. Con qué intensidad es lo que no podíamos predecir. Coincidimos en ese momento con aglomeraciones masivas que yo creo que no fueron demasiado afortunadas. Incluyo el 8M y algún partido de fútbol que hubo en Italia o en Liverpool. Si hubiéramos querido que no nos atropellara el coronavirus, teníamos que haber adoptado unas medida de contención un poquito más agresivas y más precoces. No supimos verlo desde el punto de vista preventivo.
P. Cuatro días después, 14 de marzo, el Gobierno decreta el primer confinamiento masivo de la historia de este país.
R. Muy necesario.
P. ¿Cómo recuerda aquel día?
R. Lo recuerdo perfectamente. Tuvimos que convencer a mi hija adolescente de que desde ese momento no se podía salir. Los jóvenes no lo podían llegar a entender. Desde el punto de vista profesional, era algo esperado para enfrentarnos a una infección viral incontrolable con un alto índice de afectación de pacientes. Estábamos viendo lo que pasaba en Madrid. Y, desde el punto de vista emocional, fue duro. Nos enfrentábamos con una enfermedad que no sabíamos lo que era inicialmente. No conocíamos la transmisión ni cómo tratarla, que era lo fundamental. Y encima nosotros estábamos poniendo en riesgo, por falta de atención correcta y de conocimientos, no solo a nuestros pacientes, sino a nuestra propia salud y la de nuestra familia. Llegábamos a nuestra casa y no sabíamos si podíamos contagiar a nuestra familia. Fue muy duro.
P. Ustedes fueron los primeros en tener una conciencia clara de la amenaza que se cernía sobre nosotros.
R. Sí. De hecho, cuando todavía no era obligatorio usar mascarillas preconfinamiento, en nuestra especialidad ya lo pusimos como medida de prevención propia. Tanto es así que ningún miembro del equipo cogió covid durante las primeras dos o tres oleadas pandémicas. Eso significa que nuestro grado de protección empezó antes y éramos mucho más conscientes que la población general a lo que nos estábamos enfrentando.
No teníamos protocolos, ni tratamientos, ni medidas de protección adecuadas
P. ¿Qué pasó en el hospital esos días?
R. Se desbordó. No teníamos protocolos adecuados. Estábamos escasos de material y tuvimos que recurrir a la ayuda ciudadana para proteger a los profesionales de forma adecuada.
P. ¿Tuvieron que pedir ayuda a personas privadas?
R. Aceptamos ayudas.
P. ¿De quién?
R. Había muchas empresas que decidieron prestar sus talleres para hacer mascarillas y gorros, y confeccionar equipos de protección individual (EPI). Estuvimos mucho tiempo recibiendo esa ayuda externa, que complementaba la que había aquí.

P. ¿Cuántas mascarillas había en el hospital el 14 de marzo?
R. El problema no eran las mascarillas. El problema era que nosotros no teníamos mascarillas FFP2 para todo el grupo profesional.
P. No había para todos los médicos
R. A nivel de disponibilidad del hospital o de los servicios sanitarios no. Pero nunca nos faltó protección hospitalaria, que fue complementada con la ayuda externa.
P. ¿Y cuántos respiradores tenían?
R. En Córdoba no tuvimos el problema que, por ejemplo, tuvieron en Madrid. Allí sí que hubo déficit de respiradores y tuvieron que valorar qué pacientes se podían beneficiar de la UCI o acceder a ventilación asistida. No tuvimos ese déficit. Cualquier persona que necesitó ventilación de cualquier modalidad no tuvimos problema.
El hospital se desbordó en la primera oleada
P. ¿Y trajes EPI?
R. Había EPI pero no todo el mundo tenía el mismo grado de homologación y llegó un momento en que tener una protección para el personal fue un problema. Si no hubiéramos tenido la ayuda externa, hubiera habido días de difícil atención.
P. Usted firmó el primer ingreso de un paciente de covid. Un hombre de 70 años.
R. Coincidió que ese día estaba de guardia. En aquel momento no teníamos la posibilidad de hacer pruebas PCR a todo el mundo. Teníamos que pasar previamente por un control epidemiológico. Verlo con los ojos de la última parte de la pandemia no refleja el estrés que pasamos en la primera oleada, donde no teníamos protocolos, ni tratamientos, ni medidas de protección completas, ni la estructura del hospital estaba organizada. La tuvimos que organizar en cinco días.
P. Aquel hombre de 70 años ingresó con neumonía bilateral.
R. Estábamos mi compañera residente y yo cuando nos llamaron de urgencias. El covid había llegado a Madrid y había explosionado. Era imposible pensar que una enfermedad vírica se iba a quedar contenida y sabíamos que iba a explotar en todo el mundo. La primera sospecha es que era covid. Lo difícil era demostrarlo en aquel momento con los medios que teníamos. Las infecciones virales se confirman con una PCR, aunque se sospecha con la clínica, la radiología y el ambiente epidemiológico.

P. El señor estuvo estuvo 20 días la UCI.
R. Sí. De lo poco que aprendimos del covid era lo impredecible que era. No teníamos tratamientos de nada. Los virus no se tratan con antibióticos y no había entonces antivirales. Sabíamos que se parecía a ciertas enfermedades y lo tratábamos con los fármacos a los cuales se parecía. Meses después se dieron cuenta de que esos medicamentos no eran útiles. Y aprendimos que la neumonía por covid no es solo una neumonía por el virus, sino que es una respuesta inflamatoria excesiva que el organismo provocaba. Lo que salvó muchas vidas del covid no solo fueron los antivirales y, por supuesto, las defensas de cada organismo, sino también cuando empezamos a tratarlo con corticoides. Vimos que era una respuesta abrumadoramente inflamatoria lo que producía el organismo. Muchos enfermos tenían que terminar en la UCI.
P. ¿Cuándo fue usted consciente de la magnitud de lo que se venía encima?
R. Desgraciadamente desde antes de que pasara. Lo que no sabíamos era el nivel hasta dónde íbamos a llegar. La primera oleada fue la más dura. En ese momento no teníamos los engranajes adecuados para organizar la asistencia hospitalaria. Teníamos una planta de enfermos confirmados de covid, otra planta de enfermos sospechosos pendientes de confirmar y otra de enfermos sin covid convencionales del hospital. Teníamos que separarlos. No podíamos mezclarlos. De repente, la unidad de Neumología, la de Medicina Interna y la UCI se vieron completamente desbordadas. Teníamos un equipo que en ese momento era más pequeño que ahora y llegamos a manejar un grupo de aproximadamente 40 profesionales que teníamos que coordinar. Trabajábamos cinco veces el nivel de la capacidad del propio servicio. Para eso recibimos ayuda de médicos de otras especialidades que estuvieron trabajando con nosotros en conjunto.
P. El hospital se colapsó.
R. No llegó al colapso. No fue Madrid. Vamos a reconocer que eso es así. Lo que sí es verdad es que el 70% o el 80% de lo que atendíamos eran patologías covid. Vimos que pacientes que enfermaban por otras patologías no covid no venían a urgencias por miedo y cuando llegaban aquí estaban ya con patologías muy avanzadas: enfermos que estaban perforados por problemas abdominales y otros que habían tenido infarto y por miedo se habían quedado en casa. Se organizó el centro de tal forma que las patologías respiratorias fueran por un acceso distinto a la de neumología. Nunca percibí una sensación de déficit de camas, pero sí hubo un déficit de atención a los pacientes no covid. Eso sí era evidente. La gente estaba encerrada en casa y todas las patologías que no eran covid pasaron a un segundo nivel.
Hemos aprendido del covid menos de lo que deberíamos
P. O sea, que para muchos enfermos era preferible tener covid que tener otras patologías.
R. Los enfermos crónicos respiratorios de cualquier otra especialidad estuvieron muchos meses sin ser adecuadamente atendidos. Y los pacientes crónicos seguían existiendo.
P. Más de 710 ingresos de covid en los meses críticos.
R. Sí.
P. ¿Cuántas veces más de la práctica habitual?
R. En mi servicio de Neumología en los periodos de máxima afluencia invernal podemos tener 7 u 8 ingresos. Aquellos días teníamos 20 o 25 cada jornada. Tres veces más ingresos que en circunstancias convencionales. Todo el personal de nuestra especialidad, menos dos compañeros, estaban dedicados al covid y además con el soporte de otras especialidades. Nos ayudaron compañeros de Digestivo, de Cardiología, de Neurología, de Cirugía Torácica, de Otorrino, de Maxilofacial. Y todos eran coordinados por Neumología. Lo mismo pasaba con Medicina Interna, que coordinaba también otro equipo.
P. Los primeros días el hospital seguía funcionando con la inercia de protocolos previos: la gente entraba aquí sin restricciones y sin mascarilla.
R. El confinamiento fue un antes y un después. En la fase preconfinamiento y postconfinamiento la sociedad en general no supo entender lo que venía. La única forma de haber contenido el virus es haber hecho una medidas de prevención mucho más estrictas, cosa que socialmente no estaba bien visto. El extremo de lo que vivimos fue el confinamiento. Pero creo que con las oleadas siguientes, y una vez que conocemos el virus bien, pudimos ver que no era necesario. A lo mejor eran necesarias las medidas, pero no obligatorias. Estamos hablando de la cuarta y quinta olas. Eran necesarias medidas de diagnósticos rápidos, evitar contagios, aislamiento de enfermos. Eso hubiera sido lo adecuado si hubiéramos sabido a que te enfrentabas. El problema es que nos atropelló algo que era desconocido. Los avances científicos y el conocimiento del virus aparecieron cinco meses después de que nos atropellara la pandemia. Esa fue la incertidumbre.

P. Las tragedias nos enseñan.
R. Poco.
P. ¿Nos enseñan poco?
R. Sí. Radical lo que estoy diciendo. Hemos aprendido menos de lo que deberíamos. Y estoy hablando a nivel social.
P. ¿El confinamiento fue necesario?
R. Sí. Absolutamente.
P. ¿Hubiera sido mejor haber confinado antes?
R. También. Si no el confinamiento previo, que creo que nos hubiera ayudado, sí habernos equipado mejor. Haberle hecho más caso a una realidad que atropelló a un país vecino.
P. ¿Cuál es la medida que hoy, con el conocimiento que tenemos cinco años después, cree que fue fundamental?
R. ¿En aquel momento? ¿Qué se hizo bien?
La vacuna contra el covid no se aplica hoy con la intensidad que se debería
P. ¿O qué se debería haber hecho mejor sabiendo lo que sabemos hoy?
R. Lo que se debería haber hecho mejor es que como sociedad tenemos que concienciarnos de que contra un virus nuestra capacidad de defensa es la prevención. La prevención se consigue de varias formas. Una es la vacunación. En aquel momento era inviable porque era desconocida. Pero es que ahora que es conocida tampoco se aplica con la intensidad que se debería.
P. Hay gente que no se vacuna.
R. Hay gente que no se vacuna. Hay gente que no se pone la dosis de recuerdo. Hay gente que se le ha olvidado el covid. Hay gente que se le ha olvidado la gripe. Hay gente que nunca se ha vacunado de la gripe. El covid fue una pandemia mundial y la gripe es una epidemia que pasa todos los años. Hemos aprendido algo, pero no lo suficiente. Hay personas que siguen sin vacunarse de la gripe. Hay personas que llegan al hospital con síntomas respiratorios y no protegen ni a sus familiares, ni a sus profesionales, ni a sus convecinos. El problema es mucho más profundo que una medida radical como el confinamiento. Es algo más cultural.
P. ¿Usted qué hubiera recomendado? ¿Habernos puesto las mascarillas antes?
R. Eso obligatorio. Pero es más: mi opinión es que, si queremos evitar que permanentemente estemos hablando de oleadas pandémicas que colapsan el hospital en los meses de invierno, son las medidas que hay que tomar.
P. ¿Cuáles?
R. Vacunación con la intensidad que se considere, con verdaderas campañas a saco y con disponibilidad de vacuna. Y luego la prevención respiratoria: desde noviembre hasta mediados de febrero en ciertas condiciones la mascarilla debe ser obligatoria. En centro sanitarios y farmacéuticos, o cuando uno tiene sintomatología respiratoria. Cambiaríamos las epidemias de la gripe.

P. ¿Usted pondría mascarillas obligatorias de forma temporal en algunos momentos del año?
R. Sería radical, pero lo haría. No estoy hablando de la convivencia externa en la calle. No estoy hablando de eso. Estoy hablando de cuando uno tiene síntomas respiratorios y está en grandes aglomeraciones o centros sanitarios. Eso es de lo que estoy hablando. No estoy hablando de poner una mascarilla de forma indiscriminada. Si se pusieran de forma indiscriminada, disminuiríamos la epidemia de gripe muchísimo. Pero el problema es que empezaríamos a entrar en conflictos con la libertad personal y ahí ya no soy nada experto. Yo solo hablo del tema de salud.
P. ¿Y la vacuna la haría obligatoria?
R. Sí. No he dudado, ¿no?
P. Muy poco. ¿Qué opinión tiene de los antivacunas?
R. La ignorancia es gratuita. Me parece que son personas poco formadas y que desgraciadamente tienen una capacidad de comunicar las cosas que les hace llegar a más gente que nuestro mensaje positivo.
P. ¿Y por qué cree usted que la gente compra tan fácilmente ese tipo de discursos?
R. Voy a ser autocrítico. Creo que no sabemos vender el discurso contrario. Deberíamos vender el discurso positivo antes de atender al discurso negativo.
Entre noviembre y febrero la mascarilla debería ser necesaria en centros sanitarios
P. ¿Cree que en el movimiento antivacunas solamente hay ignorancia?
R. No lo sé. También hay terraplanistas y son cosas absurdas. Si la humanidad ha sobrevivido al sarampión, a la varicela y al covid, se debe, entre otras cosas, a las vacunas. No se puede negar una realidad tan obvia y donde hay tantos avances científicos. Esto no es creencia: esto es ciencia. Si queremos avanzar en ciencia, no hay más evidencia que esto. Muchas personas piensan que la vacuna del covid se desarrolló con mucha rapidez, que eso no podía ser bueno, que se manipulaba, que se metía información genética. Para desarrollar una vacuna o cualquier fármaco se necesita mucho tiempo, mucha investigación y mucho dinero. En aquel momento se estaba trabajando con la vacuna del covid desde el momento en que se identificó. Se metió mucho dinero y mucha investigación. Por eso los resultados fueron rápidos. Una vacuna se tarda en desarrollar 4 o 5 años. En el covid se desarrolló en un año porque había dinero, recursos y conocimiento.
P. El jefe de la sanidad pública de la mayor potencia del mundo es un antivacunas.
R. Cuando Trump cogió el covid fue de los primeros que probaron medicamentos que luego se comercializaron en Europa meses más tarde. O sea: soy antivacunas, pero para los demás. No estoy asociando antivacunas a desconocimiento, que lo hay, pero lo que no puedes ir es contra la ciencia y contra la evidencia científica. Esto no es creencia. Esto no es fe. Esto es ciencia.
P. ¿Aquella fue la mayor emergencia sanitaria de su vida médica?
R. Sin duda. Ya estamos acostumbrados a pelear con la epidemia de gripe año tras año, pero sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Conocíamos el comportamiento de la gripe y sus factores de riesgo. Como buen virus, tampoco tenía muchos tratamientos adecuados, pero sí vacunas y conocíamos lo que era. Con el covid no conocíamos nada. Solo sabíamos que había venido de China, probablemente de la mutación de un virus animal que se transformó para afectar a los humanos. Y del que no teníamos ningún tratamiento.

P. ¿Usted temió por su vida?
R. Temí por mis padres. Afortunadamente no enfermaron. Creo que la pandemia se puede ver desde dos puntos de vista. Desde el punto de vista sanitario y desde el aislamiento. Para las personas mayores debió ser terrible. Afortunadamente mis padres tenían otras circunstancias sociales. Estuvieron en el campo y el confinamiento no lo vivieron. Pero yo estuve siete meses sin poder verlos, salvo por videollamada. Ellos estuvieron siete meses sin ver a ninguno de sus nietos. Los veíamos detrás de una verja y a metros de distancia. Emocionalmente eso también fue duro. Pero no temí nunca por mí ni por mi familia más cercana.
P. Según el Instituto Nacional de Estadística, en Córdoba han fallecido por covid 3.492 personas. Una auténtica barbaridad.
R. Sí. Muchas de ellas no tendrían por qué haber fallecido.
P. ¿Pudimos haber salvado a muchas?
R. Siempre se pueden hacer las cosas mejor. Pero vuelvo a insistir: estábamos enfrentando algo que no sabíamos qué era, cómo se transmitía y cómo se trataba. ¿Podíamos haberlo hecho mejor? Siempre. ¿Desde qué punto de vista? Desde el punto de vista de las medidas preventivas, de tratamiento y de afrontamiento de la enfermedad. A nivel hospitalario, se hizo lo que se pudo con aquellos medios. Y fue muy bien.
P. ¿Usted vio muchas personas morir?
R. Siempre veo personas morir. Me gustaría que aquí se reflejara también que el peso de la pandemia, independientemente de que yo sea médico, creo que debe ponerse en el personal de enfermería y auxiliar. Nosotros entrábamos en la planta y atendíamos a los pacientes el tiempo que fuera necesario, pero su atención era continua. Y a mayor exposición, mayor riesgo. En aquel momento lo mejor que viví fue la sensación de unión de grupo que no se había visto nunca. Y creo que, en parte, permanece. Nos ha hecho ser más cohesionados como grupo a nivel multidisciplinar: enfermería, auxiliares y médicos. Al menos, en nuestra planta.
¿Antivacunas? La ignorancia es gratuita. No puedes ir contra la evidencia científica
P. ¿Qué secuelas dejó el covid en el hospital?
R. A nivel profesional y físicas no muchas. Psicológicas, sí. Muchas personas no pudieron afrontar estas situaciones de estrés. Hubo un estrés laboral, emocional y personal en muy poco tiempo. Más allá del típico covid persistente, las secuelas psicológicas fueron duras. Nos enfrentamos a algo inesperado que cambiaba diariamente. Yo organizaba la información junto con otros compañeros de Medicina Interna, la UCI y todo el hospital,. Teníamos protocolos que cambiaban todos los días. La quinta oleada no tiene nada que ver con la primera. Absolutamente nada que ver. Creo que no hemos aprendido lo suficiente. Regular la visita de los pacientes en el hospital, las mascarillas en periodos críticos, el reconocimiento de los profesionales, el esfuerzo que hicimos. Todo eso se nos ha olvidado. Hemos vuelto a periodos prepandémicos.
P. ¿Qué es lo que se hizo peor?
R. La falta de previsión. No estoy hablando a nivel local, sino a nivel nacional. Pensar que no nos iba a atropellar fue un error. Una vez que fue identificado el virus tuvimos que haber hecho acopios de medidas preventivas adecuadas, tanto a nivel poblacional como a nivel de los servicios sanitarios.
P. Muchas personas murieron solas.
R. Sí.
P. ¿Eso se hizo bien?
R. Sí. Y lo digo con toda la dureza. En aquel momento el acompañamiento de los familiares en la habitación implicaba poner en riesgo a todos sus contactos. Tenga en cuenta que el covid es una enfermedad muy transmisible. A poco que entrara en una familia, podía afectar a muchos otros enfermos. La medida del confinamiento fue necesaria, aunque dura psicológicamente. Muchas personas mayores estaban ingresadas sin contacto con sus familiares, que no sabían nada hasta la llamada telefónica del personal sanitario el día siguiente. Fue duro, pero creo que en aquel momento es lo que había que hacer. Estoy convencido.

P. Y hoy, cinco años después, con toda la información acumulada y la preparación técnica que se tiene, ¿sería necesario un nuevo confinamiento?
R. No. Absolutamente no. Creo que con medidas de mascarilla de protección, amplia vacunación, distancia social y buena higiene no sería necesario. Para este patógeno, no.
P. Distancia social, mascarillas, lavado de manos. Todos aquellos protocolos parecen archivados ya.
R. Desgraciadamente. La memoria es frágil. El covid es una de las infecciones respiratorias. La gripe es la infección respiratoria estándar que viene todos los años. Llevamos muchos años con oleadas y no hemos conseguido a nivel sanitario implementar las medidas para evitar que año tras año la gripe nos atropelle.
P. ¿Por qué no hemos podido erradicar la gripe?
R. No se puede erradicar.
P. Hay otros virus que se han erradicado.
R. Se erradican virus en virtud de la población vacunal masiva o de la capacidad del virus de mutar. Es difícil que se pueda erradicar. Erradicamos la viruela y hay casos sueltos de antivacunas que no protegen a sus niños y los llevan a la escuela. Parece que le estamos metiendo cosas raras. La viruela fue una causa de mortalidad importante. Sigue habiendo casos de sarampión porque sigue habiendo gente que no se vacuna o no vacuna a sus hijos.
La vacuna de la gripe debería ser obligatoria
P. El que no vacuna a sus hijos es un insolidario.
R. Totalmente. Si tú has decidido hacerte daño o no protegerte es una decisión personal. Si estás metiendo una patología infecciosa que puedes transmitir a tu entorno, la palabra insolidario es la mejor.
P. Hemos dejado atrás la nueva normalidad. El saludo con los codos, el lavado de manos, la ausencia de besos.
R. Afortunadamente hemos aprendido cómo se transmite el virus. Al principio nos lavábamos de cuerpo entero y lavábamos las frutas cuando el virus tiene una transmisión respiratoria. Y, si eres capaz de proteger la tos y evitar diseminar el virus con mascarilla, lo demás era innecesario y fruto del desconocimiento.
P. ¿El covid es ya una pesadilla del pasado?
R. Sí, pero no la vamos a olvidar. El covid es permanente. Ha venido para quedarse como todos los virus. Ningún virus que se genera y se mete en la humanidad suele desaparecer. Creo que no habrá pandemias por virus covid y, por supuesto, habrá covid todos los años. Exacervado fundamentalmente en los periodos de invierno, pero no habrá pandemia covid. Estoy convencido.
P. Hemos alcanzado la inmunidad de rebaño.
R. Sí. La inmunidad de rebaño se alcanza cuando uno se infecta.

P. Cuando hay una mayor parte de la población ya infectada.
R. Claro. Pero la idea es que haya el menor número de infectados posibles. La vacuna no protege de que no te infectes. Protege de que no desarrolles la enfermedad de forma grave. Entre la prevención y la inmunidad de rebaño, probablemente no vaya a venir ninguna epidemia de covid. Lo que no tenemos que olvidar es que el virus del covid muta y, por tanto, tenemos que actualizar nuestro sistema defensivo a las nuevas variantes. Revacunación anual. Eso es lo que nos va a salvar de cualquier pandemia por virus.
P. ¿Ustedes tienen ingresos por covid?
R. No. Llevamos meses con gripes horribles.
P. ¿Muchos meses sin covid?
R. En respiratorio llevamos tres meses donde prácticamente no tenemos ningún ingreso por covid. Y eso en el periodo invernal es un éxito. Ahora: la gripe A y B son un desastre.
P. ¿Por qué?
R. La gripe es un virus estacional. Sabemos que todos los años nos enfrentamos a ella. ¿Por qué pasamos de una cobertura vacunal de gripe y de neumonía que superaba el 80% o el 90% en el periodo de covid y ahora no llega a un 40%? En aquel momento nos asustamos y ahora ya estamos relajados. Nuestra relajación la pagaremos en casos de gripe.
Muchos de los fallecidos por covid no tendrían que haber muerto
P. ¿Gripes muy agudas?
R. Sí. La mayoría de las personas pasan una gripe como todo el mundo. Dolor articular, fiebre, mialgia, malestar general y no pasa nada. Pero hay personas que son de factores de riesgo y otras que, sin ser inmunodeprimidas, obesas o que tengan cáncer, pueden tener gripes graves con mortalidad. Potencialmente toda la población está en riesgo. Unos están en un riesgo máximo y otros en un riesgo mínimo. Pero, ¿esos que están en riesgo mínimo no merecen ser protegidos? La vacuna de la gripe debe ser universal.
P. La gripe tiene una mortalidad baja.
R. Baja. Asumimos eso.
P. El covid mucho más alta.
R. El problema del covid es que la respuesta de nuestro propio organismo para defendernos es mucho más virulenta. La mayoría de las veces no nos mataba la neumonía covid por el virus. Nos mataba la respuesta inmune brutal que se activaba ante el virus del covid.
P. ¿Debería de haber habido responsabilidades penales o políticas?
R. Eso va fuera de mi ámbito. Ahí ya no me meto. Que sean los jueces quienes decidan. Solo digo que se podían haber hecho las cosas mejor.

P. ¿Vendrán más pandemias en el futuro?
R. Seguro.
P. ¿Y peores que las que hemos vivido?
R. Los virus mutan. Cambian. Y virus que son zoonosis de animales que se transforman en humanos. El covid era esto posiblemente. Pasó también en algunos países árabes que vivieron la epidemia del MERS, un virus de la gallina que mutó y se transmitió a los humanos. ¿Va a seguir pasando esto? Así es la biología. Puede ocurrir. Tenemos que estar prevenidos los centros de atención a enfermedades a nivel mundial. Hay que estar muy alerta porque potencialmente puede ocurrir.
P. ¿El mundo es más frágil que antes en términos de epidemias víricas?
R. No sé si el mundo es más frágil. Tiene los mejores sistemas de conocimiento y de control, pero también tenemos una población envejecida con múltiples enfermedades crónicas. Eso es inherente a nuestro envejecimiento poblacional. Vamos a tener muchas más personas en riesgo de cualquier enfermedad infecciosa. También estamos en un momento espectacular de avance científico. No olvidemos que tiempo atrás la gripe española mató al 50% de la población y hoy día 3.000 muertos es un dato escandaloso. No tiene nada que ver la sanidad, la ciencia, la detección, la capacidad de prevención, la rapidez a la hora de acceder a un tratamiento o al diseño de una vacuna.
P. ¿Y si no hubiéramos tenido sanidad pública?
R. Hubiera sido complejo. La sanidad privada no es que esté mal equipada, pero no tiene las capacidades de atención de la pública. Pero la cuestión no es por sanidad pública o privada, sino por capacidades.
P. En la privada, si no tienes un seguro, no eres atendido.
R. No hay que hacer una separación entre ambos tipos de sanidad. Los profesionales son los mismos. Los medios diagnósticos son los mismos. Los fármacos son los mismos. La ciencia es la misma.
Quienes no vacunan a sus hijos son insolidarios
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