ENTREVISTA
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Stefano Prato, director general de Society por International Development
“Los gobiernos deben explicar por qué no había recursos contra la desigualdad social y ahora sí hay para gasto militar”

Stefano Prato y su equipo llevan encadenando reuniones desde que comenzó su visita a Sevilla. Han venido con el objetivo de ultimar los preparativos para el Foro de la Sociedad Civil, que se celebrará de manera paralela a la IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo. “Hay que aprovechar el tiempo”, nos dicen. La responsabilidad no es poca, pues Prato es el coordinador global del Mecanismo de la Sociedad Civil. Este organismo de Naciones Unidas se encargará de que “las ONG, sindicatos, movimientos sociales y otros actores no gubernamentales queden representados y tengan el mayor impacto posible en las negociaciones que se lleven a cabo en la conferencia”.
Una conferencia que busca ganar apoyo en la “reforma de la arquitectura financiera internacional”. Lo hará, eso sí, en la capital de una de las comunidades autónomas españolas que menos contribuye a la financiación para el desarrollo. “Fue una sorpresa que el Gobierno de España decidiera celebrar la conferencia en Andalucía”, declaraba antes de la entrevista la directora técnica de la Coordinadora Andaluza de ONGD, Ángeles Fernández.
“Había otras comunidades que estaban más y mejor posicionadas para la recepción de la conferencia”, añade ella. Y es que, en materia de cooperación para el desarrollo, Andalucía ha pasado de aportar el 0,34% del PIB en 2009 a una previsión del 0,04% para 2025.
“Y no solo eso”, continúa Fernádez: “De repente, las competencias pasaron de la Consejería de la Presidencia a la Consejería de Inclusión. Fue totalmente contradictorio que la Junta de Andalucía dejara un evento global de estas características en manos de una consejería que, aunque tiene su importancia, no está vinculada de ninguna manera a políticas exteriores”. Después de estas declaraciones de su compañera, Stefano Prato, también director general de Society por International Development, estaba listo para atender a elDiario.es Andalucía.
La comunidad global tendrá que elegir si quiere que la economía esté sometida por el poder, o si quiere que esté regulada por ciertas normas
¿Cómo puede afectar la singularidad de la situación geopolítica actual a las negociaciones que tendrán lugar en la conferencia?
La situación no solo afecta, sino que es lo que ha establecido la necesidad de celebrar un evento como este. La intención es modificar el equilibrio (o desequilibrio) de poder para alcanzar un nuevo orden mundial. Y esto viene de un momento geopolítico muy delicado, en el que Estados Unidos muestra explícitamente que no le importan las normas, y que no le importan las instituciones, que pretende decidir todo por sí mismo y que todos los demás se conformen.
Va a ser, por lo tanto, un momento clave en las relaciones internacionales. La comunidad global tendrá que elegir si quiere que la economía esté sometida por el poder, o si quiere que esté regulada por ciertas normas.
¿Habrá, entonces, ganadores y perdedores en esa decisión?
No debería. Se ha extendido la creencia de que, en la lucha contra las desigualdades, siempre se trata del norte ayudando al sur, los países desarrollados sacrificando recursos para dárselos a los países en desarrollo. Y esto no es así. El patrón globalizador actual nunca ha funcionado bien para el sur, pero es que ahora ha dejado de funcionar para el norte, también. El nivel de desigualdad, de marginación social, las malas condiciones laborales, la reducción de servicios públicos... Esto es lo que todas nuestras comunidades están experimentando.
Así, la democratización de la economía global no es solo en beneficio de los países en desarrollo, sino también para toda sociedad civil que busca alternativas a un sistema que ha dejado de funcionar. Ha quedado demostrado que la actual super concentración de poder y riqueza en unas pocas manos no es sostenible. Se trata de cambiar eso, y buscar un modelo de desarrollo que funcione a favor de la justicia social.
Es peligroso pensar que la solución a nuestros problemas es protegernos del exterior. Primero, esto es falso y, segundo, las guerras empiezan con el proteccionismo, con el argumento de proteger nuestra forma de vida, nuestras costumbres
¿Cómo afecta esa concentración de poder que menciona a los movimientos migratorios? ¿Se discutirá este asunto en la conferencia?
Durante miles de años, nos hemos desarrollado mediante el cruce de experiencias, conocimiento, cultura, y esa es la realidad. Aunque, según algunas narrativas políticas, la inmigración se plantea como el origen de todos los problemas de los países desarrollados, los movimientos migratorios hacia el norte son solo un pequeño porcentaje de la movilidad humana global. La conferencia debería aprovecharse para reafirmar ese derecho a la movilidad, y explicar a esas narrativas políticas que, si se continúa estrangulando a las economías nacionales del sur global con una agenda neocolonialista, que no propone ninguna forma de transformación del sistema, la gente de esos países estrangulados necesitará, en algún momento, encontrar un nuevo sitio para vivir.
Eso sí, no se puede simplificar la solución. No es correcto pensar que, como las personas se mueven de su país de origen porque tienen problemas allí, les ayudamos para que ya no tengan que irse, y así no vengan aquí. Es solo un matiz, pero es muy importante. Hay que entender la complejidad del asunto para no derivar en razonamientos proteccionistas. Es peligroso pensar que la solución a nuestros problemas es protegernos del exterior. Primero, esto es falso y, segundo, las guerras empiezan con el proteccionismo, con el argumento de proteger nuestra forma de vida, nuestras costumbres.
Así, hay que abandonar esas actitudes proteccionistas, pues no ayudan en unas negociaciones que, en teoría, deben buscar el acuerdo y el consenso, buscar la democracia, al fin y al cabo.
¿Qué es la arquitectura financiera global y qué hay que reformar de ella?
Es un término que suena muy técnico, pero en realidad es muy político. Se puede definir como un marco normativo en el Derecho Internacional que regula la economía global. En la actualidad no disponemos de muchas normas que regulen esta economía global. Y cuando los actores no tienen normas a las que ceñirse, acaban recurriendo al uso del poder, ya sea monetario, influencias, coherción... Es decir, que en este contexto, si un actor tiene el mayor poder económico, puede dominar la economía y hacer lo que quiera con ella.
Respecto a la reforma, por lo tanto, no se puede caer en el error de dejarla en manos de los actores más poderosos, porque no cambiaría nada. Este es el objetivo, precisamente, de la conferencia que se celebrará en Sevilla. Mucha gente cree que se trata de una recolección de fondos, o de aumentar el compromiso de los países para que ayuden a otros a desarrollarse, y no es así. Se va a discutir de qué forma se puede alcanzar un sistema de regulación económica global que sea lo más justo posible, y se va a discutir de manera democrática. Por un lado, incluyendo a todos los estados miembros de las Naciones Unidas y, por otros, haciendo parte de estas negociaciones a la sociedad civil, que es de lo que se encarga el mecanismo al que representamos.
Al final, al acordar una forma más democrática de tomar decisiones y crear, así, normas más claras en el Derecho Internacional, podemos luchar de forma más efectiva contra las desigualdades masivas existentes en la economía global.
Hace unos meses no había recursos para invertir en la lucha contra el cambio climático, contra las desigualdades sociales, para invertir en gasto público hasta, prácticamente. Pero, de repente, y de manera misteriosa, ahora esos recursos han aparecido y están disponibles para el gasto militar
¿Cómo choca el aumento del gasto en Defensa por el que abogan algunos estados con las necesidades reales de la sociedad civil?
Si se me permite, para esta pregunta voy a responder no solo como coordinador del Mecanismo para la Sociedad Civil, sino también como italiano que soy, y como europeo. Esto es algo que nuestros gobiernos tendrán que explicarnos. Hace unos meses no había recursos para invertir en la lucha contra el cambio climático, contra las desigualdades sociales, para invertir en gasto público hasta, prácticamente. Pero, de repente, y de manera misteriosa, ahora esos recursos han aparecido y están disponibles para el gasto militar.
Esto es algo que, por supuesto, la sociedad civil querrá saber y preguntará durante las negociaciones que ocurran en la conferencia. Algo que, por cierto, situará al estado español en una posición muy complicada. España va a ser la anfitriona de la conferencia, y quiere que esta sea un éxito. A nadie le gustaría que un evento de esta magnitud resultara en un fracaso cuando se ha celebrado en su territorio. Sin embargo, ¿cómo va a conciliar España los reclamos de los países del sur, cuando pidan un sitio en la mesa de las negociaciones, mientras la Unión Europea se opone a esa misma transición en el equilibrio del poder? Y sin entrar a hablar de Estados Unidos, claro, que está ahora mismo en su propio mundo y del que nadie se sorprendería si acabara abandonando las negociaciones.
España está en medio, sin duda. Está en medio políticamente, está en medio geográficamente y se le plantean unas circunstancias delicadas.
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