La vez en que un loro parlanchín resolvió un asesinato en India sin querer

La policía resolvió el caso con trabajo duro, pero Hira se llevó la fam

Héctor Farrés

0

El cuchillo aún tenía rastros de sangre cuando lo encontraron, escondido entre objetos robados. No fue una pista obvia ni una confesión espontánea lo que llevó a la resolución del caso, sino algo mucho más insólito. Nadie esperaba que la solución estuviera en una jaula, observando en silencio lo que ningún testigo humano había presenciado.

Cuando la verdad salió a la luz, la historia tomó un giro tan extraño que incluso la policía dudó por un momento. Pero los hechos eran innegables: un asesinato, un robo y una insosprechada fuente de información que nadie habría considerado.

Un testigo con plumas y mucho que decir

Neelam Sharma fue asesinada en su propia casa en la localidad india de Agra en febrero de 2014. Aquella noche, su marido, Vijay Sharma, había estado en una boda con sus hijos, dejando a Neelam sola.

Cuando regresó, encontró la puerta cerrada, como él mismo la había dejado. Adentro, la escena era aterradora: su esposa yacía sin vida junto al perro de la familia, ambos atacados con un arma blanca. La casa había sido saqueada, y entre los objetos desaparecidos estaban dinero en efectivo, joyas y el teléfono móvil de la víctima.

Las primeras investigaciones llevaron a varias detenciones, pero la policía no tenía pruebas concluyentes. Entonces, ocurrió algo que cambió por completo el curso del caso. Hira, el loro de la familia, dejó de comer y beber, permaneciendo en silencio durante días. Pero cuando Sharma comenzó a mencionar los nombres de posibles sospechosos en su presencia, el ave rompió su mutismo.

Al escuchar el nombre de su sobrino Ashu, el loro reaccionó con desesperación, repitiendo su nombre una y otra vez. La familia no pudo ignorar la señal, y cuando informaron a la policía, los agentes decidieron interrogar al joven.

Bajo presión, Ashu confesó. No había actuado solo; su cómplice, Ronnie Massey, había participado en el crimen. Ambos habían entrado a la casa sin forzar la cerradura, lo que indicaba que Neelam les había permitido entrar.

Era lógico: Ashu no era un extraño para ella. La víctima, sin sospechar sus intenciones, les había abierto la puerta, quizás lanzándoles la llave desde la terraza, como solía hacer con las visitas de confianza.

La confesión de Ashu no solo reveló la forma en que cometieron el crimen, sino también detalles que coincidían con la evidencia encontrada. El arma homicida apareció en su casa junto con algunas de las joyas robadas. Además, había una herida en su mano que él intentó justificar con distintas excusas: primero dijo que lo había mordido una vaca, luego que había caído de su moto. Sin embargo, los investigadores concluyeron que la marca probablemente era de un mordisco del perro de la familia al intentar defender a su dueña.

Años después, la justicia finalmente llegó. Nueve años tras el asesinato, un tribunal condenó a Ashu y Ronnie a cadena perpetua, además de imponerles una multa de 72.000 rupias. Para la familia Sharma, aquello marcó el cierre de un episodio doloroso, aunque la historia quedó grabada en la memoria colectiva por su componente más insólito.

El papel de Hira no fuera para tanto... o eso dice la policía

Aunque el papel del loro en la resolución del crimen se convirtió en el foco de atención de la prensa, la policía insistió en que fue su trabajo de investigación lo que llevó al arresto. “Fue un proceso largo y complicado, y logramos detener a los acusados cuatro días después del crimen”, explicó el oficial Shalabh Mathur. La localización del móvil robado también resultó decisiva, ya que Ashu lo encendió en un descuido, permitiendo rastrear su paradero.

El loro Hira, convertido en una sensación mediática a pesar de todo, fue retratado como un héroe capaz de resolver crímenes. Sin embargo, su dueño tenía claro su papel en la historia. “En realidad, nosotros nunca informamos a la policía sobre su reacción”, admitió Sharma. Por lo tanto, también le colgaron la medalla de las autoridades: “Solo fue una confirmación para nosotros, nada más. Pero en la rueda de prensa mencioné su nombre y, como los periodistas necesitan algo llamativo, la historia del loro se hizo enorme. Se extendió como la pólvora”.

Mientras tanto, Hira seguía en su jaula, indiferente a su fama, fuera merecida o no. Ante la insistencia de los periodistas, su familia intentó repetir el experimento: nombraron a varias personas en su presencia, pero esta vez no hubo ninguna reacción especial. Solo un ave tranquila, picoteando nueces, como si nunca hubiera sido protagonista indirecto de un crimen atroz.

Etiquetas
stats