Recorre la ruta de los esclavos para entender África Occidental

Paisajística durante la ruta de los esclavos

Adrián Roque

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Hay momentos en la historia del ser humano que le quitan todo el sentido a ese adjetivo. Nuestro paso por el mundo ha dejado atrás regueros de sangre y sufrimiento, familias rotas, ciudades devastadas. Lo sigue haciendo.

El Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos -que se conmemora el próximo 25 de marzo- ofrece la oportunidad de homenajear y recordar a aquellos que sufrieron y murieron a manos de este brutal sistema de esclavitud.

La superioridad racial que los europeos impusieron en las costas de África para llevarse consigo mano de obra barata a las Américas es uno de los pasajes más duros de nuestro pasado. Países como Benín todavía recuerdan. Algo así no se olvida.

Pude recorrer de primera mano la ruta de los esclavos y conocer la historia detrás de los monumentos erguidos para conmemorarla. Todo ello en mi canal de YouTube, donde viajo por África y muestro el continente a través de mis ojos.

La historia detrás de la trata de esclavos

Para entender este día conmemorativo, debemos conocer nuestra historia, la huella imborrable que dejamos en las costas de África hace 500 años.

En 1556 desembarcaron los primeros europeos y establecieron con el rey de Dahomey -como entonces se llamaba Benín- puestos comerciales en las costas.

La trata de esclavos comenzó (a finales del s. XVII) por la necesidad de mano de obra barata en América. Agadja, rey de Dahomey, conquistó todo el territorio beninés hasta las costas del país para tener más ciudadanos bajo su mandato. Más esclavos que poder vender

En 1717 cientos de ellos se reunieron para huir. Al llegar a las orillas del lago Nekué escapando de los cazadores se toparon con una de las mayores dificultades de su huida: no sabían nadar.

“Fue la magia vudú la que permitió que los cocodrilos del lago se volvieran mansos y nos permitiesen montar en sus lomos. Los animales nos llevaron hasta un islote en medio del lago, donde se originó el ancestral Ganvié”, cuentan los autóctonos.

Pero no todos corrieron la misma suerte.

Los lugares más impactantes de la ruta de los esclavos

Para todas las personas que el rey Agadja capturó, el conocido peregrinaje partía desde el centro de la ciudad de Ouidah, una de las zonas de mayor comercio de esclavos en el siglo XVII.

Hasta allí eran arrastradas familias enteras de los actuales Togo, Níger, Nigeria y Ghana para partir forzosamente hasta el mar.

  1. Plaza de la subasta: el inicio del calvario. En ella, el rey de Dahomey comerciaba con los europeos la venta de sus habitantes. Una vez estos elegian su mercancía, los esclavos eran marcados a fuego en carne viva con la señal de su comprador.
  2. Árbol del olvido: tras ello, eran arrastrados a este árbol. Uno de los puntos más importantes de la ruta de los esclavos. En él, los esclavos eran obligados a despedirse de sus raíces a través de un rito animista -religión predominante en África Occidental, aún practicada-. Debían dar vueltas alrededor del árbol para, según el rito, olvidar su pasado, su cultura y a sus familias.
  3. Memorial zomaï: una vez despojados de todo, los esclavos eran arrastrados al interior de los zomaï, barracas oscuras con el espacio justo para acuclillarse. Tenían que hacer sus necesidades en aquellas diminutas cajas, sin comer ni beber, desprovistos de cualquier tipo de humanidad. Al pasar las semanas, los europeos abrían los zomaï y hacían el primer cribaje de esclavos. Los muertos y aquellos en estado de extrema debilidad era arrojado a una fosa común. Los supervivientes estaban listos para el viaje.
  4. Muro de las lamentaciones: en el lugar donde entonces hubo una fosa, hoy un muro diseñado por un artista beninés es un memorandum del sufrimiento y calamidades que tuvieron que pasar.
  5. Árbol del retorno: a los esclavos se les permitía hacer un último rito antes del último punto de la ruta. Siguiendo una tradición animista, daban tres vueltas alrededor de este árbol -sabiendo que no volverían con vida de América- para que su alma pudiese volver a su tierra natal post-mortem.

La puerta de no retorno: el último adiós a África

Como broche final a este calvario, los esclavos eran obligados a subir a los barcos y transportados a la fuerza. Actualmente, el lugar cuenta con la obra titulada “la puerta de no retorno”, punto de reunión y ocio por lo que significa.

A mano izquierda del monumento vemos la representación de aquellos esclavos que una vez llegados a las costas aceptaban su destino y subían a las naves. A mano derecha, aquellos que al llegar a la playa se quitaban la vida para morir en su tierra.

Solo quien ha visitado Ouidah comprende cómo sus ciudadanos mantienen viva la memoria y el pasado esclavista; y cómo los antiguos luagares de trata y esclavitud se han reestructurado socialmente como zonas de ocio y reunión.

En días como este -en Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud- es necesario sentarnos a escuchar -o leer, como es el caso- esta historia. Conocer el pasado de esclavitud y, sin hablar demasiado, plantearnos preguntas que hemos olvidado hacernos.

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