¡El pueblo necesita que se le haga pedagogía! ¡Ja!
¿De verdad que algunos, (porque nunca se deben hacer afirmaciones absolutas), políticos se creen que no los entendemos? ¿Acaso creen que tenemos tan pocas luces como para no darnos cuenta de sus intenciones y de sus juegos de palabras?
Creo que la clase política se ha “crecido” tanto que ha perdido perspectiva de lo que es y cómo es la sociedad en general. Cuando hablan de hacer pedagogía porque la gente protesta ante decisiones autocráticas, o insensatas, o irracionales, lo que realmente quieren expresar es que nos quieren adoctrinar y acostumbrar a que estemos calladitos. Y… ¡lo siento, chicos! Eso no es así.
De entrada, me molesta que se atrevan a hablar de pedagogía, cuando al aceptar las modificaciones que supuso la aprobación del Plan Bolonia, desnudaron en gran parte la carrera de pedagogía. Poco a poco se ha podido observar cómo ningún ministro de universidades o de educación ha respetado y defendido a los licenciados en pedagogía y ha mantenido todas las funciones que pueden realizar. Y digo pueden y no, podían, porque según las funciones y capacidades que definen esa carrera PUEDEN realizar muchas más funciones de las que les permiten cuando van acotando las oposiciones a las cuales se les deja que se presenten.
Un pedagogo es un profesional que puede elaborar programas educativos adaptados a diferentes contextos (escolar, profesional y social), puede crear metodologías de enseñanza y aprendizaje basándose en la investigación pedagógica. Se puede dedicar a analizar y mejorar los sistemas educativos, de instituciones y evaluar los métodos de enseñanza, también diagnostica y orienta como el alumnado o los empleados de una empresa, pueden superar sus dificultades de aprendizaje. Un pedagogo está capacitado para formar y asesorar a docentes y familias. Y como colofón, un pedagogo está cualificado para asesorar en procesos de innovación y mejora educativa en colegios, empresas y ORGANISMOS PÚBLICOS.
Sí, soy consciente de que he puesto en mayúsculas estas dos últimas palabras del párrafo anterior, con el único objetivo que, si algún dirigente de algún organismo público lee este artículo, tenga la sensibilidad suficiente para acordarse de que en este país existen muchos pedagogos, que están ejerciendo funciones de menor responsabilidad y cualificación por la que fueron formados, porque les están restringiendo los puestos de trabajo a los que hace unos años podían aspirar a ocupar. En concreto, en la actualidad, ya no se les permite presentarse a las oposiciones de Formación y Orientación Laboral, Pedagogía Terapéutica y están pendientes de poder aspirar a un puesto de Educador Social.
De paso, tampoco estaría mal que la clase política, se planteara integrar en los equipos de asesores de ciertos organismos públicos, ayuntamientos, gobiernos locales y autonómicos e incluso partidos políticos, algún que otro pedagogo, antes de lanzar al aire aquello de que, si no se les ha aceptado en silencio una norma u orden ministerial, es porque no se ha hecho “suficiente pedagogía”. La clase política, ella solita ha entrado en una contradicción que ha creado ella misma.
Señores políticos, supuestos representantes del pueblo que les ha votado, ¿qué tal si hablan claro y comienzan a respetar a la gente que les votó?
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