Acuérdate del engodo, Maquiavelo
Recuerdo a un vecino que no se metía en problemas y cuando ibas a visitarlo veías todos los geranios en flor por fuera de la casa, la ropa tendida, la puerta de la bodega entreabierta y el gato echado a la sombra del “nisperero”. El popular “don” de pueblo que te dice que le sobra terreno pero luego ves que aparca el coche fuera de su garaje, “arrimadito” en la carretera pública. Este señor a lo largo de su vida había pasado por muchas penas y glorias, pero la vida le había enseñado que había que ser bueno con todo el mundo, no porque pensase que “el señor” le fuese a castigar o porque el diablo que andaba suelto le fuese a visitar, sino porque era su manera de tener la conciencia tranquila, para así tener que tomar menos pastillas antes de irse a dormir.
Como dicen que detrás de un buen hombre hay una gran mujer, es de obligado reconocimiento afirmar que su esposa le advertía que no había que enamorarse de todo el mundo a primera vista y mucho menos de un político que solamente te dice lo que quieres escuchar. Su marido nunca había sido de defender a ningún representante político, pero esta vez estaba muy convencido de uno muy carismático y, para ella, a él solo le faltaba pedirle una foto de la primera comunión, encuadernarla y ponerla en la mesilla de noche junto al vasito de agua. A decir verdad, para la gente buena, dar un voto de confianza no es una tarea difícil, pero hay otras personas que se preocupan en forzar una buena apariencia en las redes sociales, con tanto ímpetu que en realidad parece que ocultan algo.
Unos meses más tarde el famoso político ganó las elecciones y muchos ciudadanos bailaron de felicidad, incluso a la pata coja, porque el ambiente era festivo con pajaritos por aquí y pajaritos por allá, Cheli sacaba el whisky, y mucha gente salía aliviada a la calle sintiendo la misma sensación que se tiene cuando se está en medio de una verbena, de esas en las que que te metes entre la gente y se te quita el frío. Por desgracia, en menos de un año se dieron cuenta de que no se habían cumplido las promesas que lo llevaron al poder y que todo el bizcochón que se había repartido era solo para endulzar la boca un fisco.
La naturaleza del ser humano siempre ha sido discutida por pensadores ilustres, siendo Maquiavelo uno de ellos. Este filósofo italiano del siglo XVI decía que el ser humano es malo por naturaleza porque el mundo en el que vivimos es cruel, con lo cual las personas deben de aprender a ser viles para desenvolverse en la vida cotidiana. Se podría pensar que era un poco atravesado, dado que pensaba que es mejor ser temido que ser amado, en el sentido de que hay que manipular y engañar a los demás para salirse con la suya, estando el interés propio por encima de todo. Por otro lado y contrastando objetivamente sus postulados teóricos, podría exponerse a su favor que al igual no era mala gente, porque pudo haber sido el típico que invitabas a la bodega a echar unos kilos de carne y se quedaba a fregar la loza cuando ya todos se habían ido. Sinceramente, dicen que el beneficio de la duda se le puede dar a cualquiera.
Lo gracioso de todo esto es que Maquiavelo fue uno de los primeros en crear teoría política, es decir en diseñar el típico manual de instrucciones sobre qué hay que hacer para meterse en política o cómo sobrevivir una vez ya estás dentro. Según él, se debe hacer lo necesario para conservar el poder y la autoridad aunque haya que recurrir a métodos “marrulleros”. ¿Por qué defendía esta idea?, porque entendía que los seres humanos son desagradecidos, y que por muy bueno que hubieses sido a lo largo de tu vida, cuando llegaba el momento de necesitar apoyos, los demás te darían la espalda. Para él, te respetarán más si te temen que si te quieren.
Sin hacer juicios de valor e invitando al librepensamiento, se corrobora que por lo menos Maquiavelo iba de frente y se le veía venir, pero a los “rascancios” es difícil pescarlos a la “guildera” porque no los ves ni con un mirafondos. Responsabilidad no consiste en tener valor para decidir si ser bueno o malo, es elegir sabiendo que tendrás que asumir las consecuencias de tu decisión.
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