Rafael Rodríguez Rapun: el compromiso republicano del gran amor de Lorca

Para llegar a la tumba de Rafael Rodríguez Rapun hay que girar a la derecha y avanzar hacia el mar. Al final del camino está escrito su nombre en una lápida que sella un discreto nicho, en un bloque viejo de la parte más antigua del cementerio de Ciriego, en Santander. Las coordenadas son Urnas Centro 3 norte n.º 214. La mayoría de los que allí yacen habitan en el olvido.
Pero Rapun vive en la memoria contemporánea como el novio de Lorca, el actor, el secretario de La Barraca. Aquel que inspiró algunos sonetos del amor oscuro del poeta, en sus últimos años de vida. Aquel a quien se refería como las tres 'erres' por las iniciales de su nombre y apellidos.
Rafael Rodríguez Rapun fue más que eso. Es también el soldado republicano que llegó al frente de la localidad cántabra de Reinosa para frenar el avance de los nacionales tras la caída de Bilbao. La asociación memorialista Héroes de la República y la Libertad ha rescatado su figura y ha añadido a su biografía la cuarta erre: la de republicano, para reescribir su historia propia más allá de su vínculo sentimental con Federico García Lorca.
Nacido en una familia de origen humilde, algunas biografías dicen que llegó a jugar al fútbol en el Atlético de Madrid, estudió Ingeniería de Minas, estaba afiliado a la UGT y era aficionado al teatro. Entró en 1933 en La Barraca, la compañía de teatro estrechamente vinculada a Lorca con la que realizaron varias giras.
Rapun era un joven atractivo y con fama de mujeriego, pero inició una intensa relación con Federico, quien lo convirtió en secretario de la compañía. Amantes y confidentes pasaron juntos los que, sin saberlo, fueron los últimos años de sus vidas.
Rafael visitó Cantabria en algunas ocasiones previas a su fatal desenlace. Según narra el historiador José Ramón Saiz Viadero, en el verano de 1933 llegó a Somo en lancha cruzando la bahía junto a otros dos jóvenes. Los tres iban vestidos con el mono azul del uniforme de La Barraca. Junto a Lorca visitaron a José María Cossío en la Casona de Tudanca. Un año antes, a finales de septiembre de 1932, también actuaron con la compañía teatral y aprovecharon para conocer las cuevas de Altamira.
Protagonista del amor oscuro de Lorca
Algunos testimonios dicen que, aunque fue la relación más duradera y sólida, hizo sufrir mucho al poeta. Un día de noviembre, Lorca esperaba impaciente la llegada de Rapun en el hotel Reina Victoria de Valencia. Era la tarde del estreno de 'Yerma' en el Teatro Principal de la ciudad. Pero no llegó. En un momento de decepción y frustración cercano a la desesperación el poeta cogió unas cuartillas con membrete del establecimiento y escribió de un tirón unos versos.
“Así mi corazón de noche y día / preso en la cárcel del amor oscura, / llora sin verte su melancolía”, concluye el que tituló como 'Soneto gongorino en que Federico manda a su amor una paloma'. Después tachó su propio nombre y lo sustituyó por 'el poeta'.
Los once poemas que Lorca escribió en un arrebato aquella tarde de otoño han pasado a la historia como los sonetos del amor oscuro. Tormentosos y ardientes, fueron casi una leyenda porque durante 50 años se ocultaron e incluso se llegó a negar su existencia.
Un día de 1983 algunas personas —Ian Gibson, Vicente Aleixandre y Luis Rosales, entre otros— recibieron por correo un libro con los sonetos en el que no figuraba el nombre del autor ni la editorial. 250 ejemplares anónimos que llegaron como un grito del pasado. En la primera página decía: “Esta primera edición de los 'Sonetos del Amor Oscuro' se publica para recordar la pasión de quien los escribió. Granada, en el otoño de 1983”. La publicación de los poemas tuvo trascendencia mundial. También la relación con Rapun.
Asesinato del poeta
El golpe de estado de 1936 les sorprendió en dos geografías distantes. Rapun había acabado los exámenes de Ingeniería y veraneaba en San Sebastián, pero la ciudad permaneció leal a la República, así que pudo regresar desde el norte a su casa de Madrid. Lorca se quedó en el sur, en Granada, bajo el control de los sublevados, refugiado en la casa de la familia de Rosales hasta que llamaron a la puerta y le fusilaron tres días más tarde.
Dicen que no se pudieron despedir. Que estaban enfadados cuando llegó a Madrid la noticia del asesinato del poeta. Cuentan que Rapun, sacudido por un calambre de profundo dolor salió de casa totalmente roto y que empezó a recorrer los cafés de la ciudad buscando noticias entre los amigos de Federico. Ni siquiera pudo llorarle en voz alta porque la relación entre ambos era clandestina.
Compromiso con la República
El asesinato de Lorca impulsó a Rafael a comprometerse más con la República, de tal manera que se alistó en el ejército republicano. Hizo un curso de artillería en Lorca, curiosa coincidencia polisémica, y se enroló como teniente de la novena batería ligera. Pasó de las tablas del teatro al frente de combate, convencido como estaba de la causa republicana además de profundamente herido por haber perdido a su pareja.
Cuando las tropas de Franco tomaron Bilbao, iniciaron el asedio al resto del frente norte. Rapun había sido destinado a Reinosa, cerca de Matamorosa, para defender la entonces provincia de Santander. Allí, decidió adelantarse unos kilómetros con dos soldados y en el pueblo de Bárcena de Pie de Concha les sorprendió un ataque aéreo.
Él no se tiró al suelo como sus compañeros y una de las bombas que lanzaron le hirió de gravedad. Esta circunstancia ha llevado a especular con la idea de que se dejó matar. Lo cierto es que el carácter alegre de Rapun se había tornado, según los testimonios de sus compañeros y amigos, en una persona seria, reservada, culta y que hablaba muy poco.
Con la mayor celeridad que fue posible lo llevaron al hospital de sangre número 4 de Santander, un improvisado sanatorio de campaña. Allí murió tres días después, junto al Cantábrico, lejos de su familia y de su tierra. Al principio nadie sabía su nombre ni su edad. Era un teniente de artillería anónimo.

“Rapún se marchó a morir al frente del norte. Estoy segura de que después de disparar su fusil rabiosamente se dejó matar. Fue su manera de recuperar a Federico”, dijo de él la escritora María Teresa León, quien mantuvo una estrecha amistad con Rafael. Lorca habría salvado su vida si, como tenía previsto, hubiera partido ese verano a México, donde su amiga y actriz Margarita Xirgú representaba algunas de sus obras. Pero no quiso alejarse de Rapun, el último y “más hondo” amor de Lorca, como certificó Ian Gibson.
El cronista cántabro José Ramón Saiz Viadero también ha apuntado que hubiese tenido un rumbo diferente si Lorca hubiera podido cumplir la promesa hecha en el verano de 1934 en su visita el estudio santanderino del pintor Antonio Quirós de regresar a la ciudad para recoger el cuadro con que este quería obsequiarle.
Rapun murió exactamente un año después de que fusilasen a Lorca. El 18 de agosto de 1937. En la casualidad palpita una conmovedora metáfora. Tenía 25 años. Su nombre pasó a ser tan anónimo como la relación que mantuvo con el poeta. Aunque Rapun fue el amor oscuro de Lorca.
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