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TRIBUNA ABIERTA

El planeamiento urbanístico en Mahou-Calderón debe respetarse por el bien de la ciudad y los vecinos

Catedrático emérito de la ETSAM
Parcela donde el Ayuntamiento quiere situar el Museo de la EMT
26 de marzo de 2025 16:20 h

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En los antiguos terrenos del Estadio Vicente Calderón y la fábrica Mahou en el distrito de Arganzuela, junto a Madrid Río, se han construido 1.300 viviendas ya habitadas en gran parte. Para ello se elaboró un Plan Especial que preveía cuatro parcelas de equipamiento local para dar servicio a los nuevos habitantes, pero sobre todo para satisfacer el déficit acumulado desde hace décadas. Dicho plan es uno de los raros casos de redacción con la participación de los vecinos, dentro de lo posible en una operación inmobiliaria, con el objetivo evidente de obtener un beneficio económico.

Las cuatro parcelas, hoy todavía solares por retraso de la Administración, se destinan a la ampliación del Colegio Tomás Bretón y del Instituto Gran Capitán, en situación precaria (comedor y biblioteca provisionales, muchos alumnos por profesor, en el primero, y falta de espacio para aulas, espacio libre de recreo y zona deportiva en el segundo); a Residencia intergeneracional con servicios de equipamiento para el barrio como biblioteca, asistencia sanitaria, gimnasio con piscina y cafetería; y por fin, la cuarta, está destinada a zona deportiva imprescindible para los estudiantes del Colegio y el Instituto y por extensión a todo el barrio.

Pero hace un par de meses fuimos sorprendidos cuando nos llegó la noticia de que el Colegio de Arquitectos de Madrid estaba organizando un concurso entre arquitectos, a petición del Ayuntamiento, para construir un llamado “Museo de la Movilidad ”que en realidad se trata de trasladar el actual museo, o más bien garaje, de los autobuses de la EMT dentro de la Operación Chamartín (donde se prevén torres de oficinas y viviendas de más de 20 plantas). Para ello han elegido el solar de equipamiento destinado a Zona Deportiva por el Plan Especial, el cuarto de los mencionados. Leídas las bases del concurso, en la parcela de 4.460 m2 se prevén 10790 m2 de edificabilidad, lo que supone una altura considerable; albergaría unos 20 autobuses exponibles más otros 30 en otra sala, que han sido apartados del servicio, de los cuales el más antiguo y único, es de los años 1940.

Es evidente que el objetivo es atraer a muchos visitantes y grupos aprovechando la proximidad de Madrid Río, que invadirán la pacífica vida de este barrio. Todo ello responde, junto a otras medidas en este parque lineal de seis kilómetros, al fomento del turismo espectáculo y a la revalorización de unos terrenos que dificultarán cada vez más el acceso a la vivienda.

Desde un punto de vista de legalidad urbanística no es posible cambiar lo que son destinos de equipamiento local por estos de nivel ciudad, a no ser que se modifique el Plan Especial aprobado, y por tanto vinculante, o se plantee una triquiñuela jurídica ante la que tendrían que recurrir con esfuerzo las asociaciones del barrio. La obsolescencia del Plan General de Madrid de 1997 está provocando que haya miles de modificaciones del mismo (el número preciso es de difícil averiguación) en beneficio de la promoción privada y en perjuicio de la visión general de la ciudad que procura bienestar igualitario. Parece que además del conocido caso (popularmente llamado “pelotazo”) de la Ermita del Santo, existen unos diez proyectos de intervenciones puntuales a lo largo de Madrid Río para construir viviendas con escaso o nulo equipamiento. Es un ejemplo claro de revalorización privada de un suelo como consecuencia de una obra pública pagada por todos.

Quiero acabar este texto para dar noticia de algo que quizá no es muy conocido por la mayoría de la gente, y aparentemente nada por nuestras autoridades. Las Asociaciones de Vecinos unidas a las Asociaciones de madres y padres de los centros de enseñanza de los barrios, junto con colectivos ciudadanos sin ánimo de lucro, conocen perfectamente el lugar donde viven y trabajan para su protección aunando movimiento ciudadano y conocimiento técnico y jurídico. En el caso que nos ocupa, los vecinos han buscado tres solares públicos más apropiados para el supuesto museo, desde varios puntos de vista, que el solar deportivo, y se lo han comunicado al Ayuntamiento y al Colegio de Arquitectos en una labor de diálogo constructivo.

Por ello no perdemos la esperanza de que las autoridades reconsideren su postura en este caso concreto, y en el futuro practiquen un urbanismo que vaya de abajo arriba (los usuarios deciden, los técnicos dan forma y la Administración gestiona) inventado desde hace varias décadas con excelentes resultados, cuando el objetivo es el bienestar de los ciudadanos y no el beneficio económico de unos pocos.  

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Luis Moya es Catedrático emérito de la ETSAM (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, Universidad Politécnica de Madrid)

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