Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La justicia investigará si la pareja de Ayuso sobornó a un directivo de Quirón
Una casa al otro lado del muro: Omar, el palestino que venció a la ocupación israelí
OPINIÓN | 'Alberto Quirón, ese chico del montón', por Esther Palomera

La callecita de Tetuán donde Mario Pacheco e Iván Zulueta celebraron las primeras fiestas psicodélicas en Madrid

El grupo Cerebrum fue uno de los que pasó por el garaje de la calle María Zayas

Luis de la Cruz

2

María Zayas es una de las muchas perpendiculares del lado oeste de Bravo Murillo, en el barrio de Berruguete. Una callecita estrecha, con poco comercio, donde conviven pisos viejos y nuevos. Es como uno de esos alumnos que no destaca para bien ni para mal.

Sin embargo, si miramos con ojos de ver otros tiempos (y buceamos en su historia) podremos imaginar en ella a hippies y modernos, desentonando entre el panorama gris del franquismo en 1970. En un gran garaje de la calle (no sabemos de qué número, desconocemos si el lugar subsiste) se llevaron a cabo uno de los primeros festivales del underground madrileño y sesiones de cine de género aliñadas con marihuana.

El sábado 25 de julio de 1970  debía haberse celebrado el I Festival de Música Progresiva, organizado por Mario Pacheco, el guionista José Antonio Barrero y el director de cine Iván Zulueta. Lo desgrana David Álvarez García en su tesis doctoral Lo que hicimos fue secreto: “El éxito de convocatoria sobrepasó el aforo del colegio mayor Pio XII… y generó un conflicto entre los freaks que se acercaron al evento y algunos de los estudiantes. La dirección del centro solucionó la disputa denegando el permiso”.

El contratiempo hizo que el festival se trasladara al garaje de Tetuán, donde por 35 pesetas los asistentes pudieron escuchar la actuación de Pau Riba, Cerebrum, Fuego y Vida, Cecilia y parte de Smash. Además, ver una selección de películas de género de Iván Zulueta. Algunos de ellos tocarían también en el mes de noviembre en Barcelona, durante el Primer Festival Permanente de Música Progresiva en la sala Iris.

El acontecimiento es recordado por distintos protagonistas de la época, como Pepe Ribas (Ajoblanco) o el músico Salvador Domínguez, que es quien aporta el dato de que aquel garaje, que en todos lados se nombra simplemente en Tetuán, estaba situado en María Zayas. Según Domínguez, “se proyectaban escenas de la película 2001: Odisea en el espacio en una pantalla detrás del escenario, para que la gente alucinase en tecnicolor tridimensional”.

Álvarez señala en su tesis que “el Festival de Música Progresiva sirvió para que los primeros freaks madrileños estableciesen contacto entre sí, y fuesen conscientes de que no estaban solos, que había más personas como ellas en Madrid”. Con la década estaba naciendo una tímida corriente underground que antecedería a la famosa Movida y que pronto tendría algunos lugares de reunión más profesionalizados, como la matinales del Cine San Pol o la discoteca M&M.

Pacheco, que acababa de regresar de Tánger, lo recordaba así en una entrevista concedida a Luis Lapuente en la revista Efeeme, confirmando que la experiencia de aquel día en María Zayas no fue flor de un día ni fruto de la completa casualidad:

“Éramos un grupo de amigos, entre ellos Iván Zulueta, y hacíamos conciertos psicodélicos a partir básicamente de artistas catalanes y andaluces. El contacto en Andalucía era Gonzalo García Pelayo, un tío muy voluntarista que se te presentaba con los Smash o con Silvio en una furgoneta. Estaban, además, todos los legendarios, Toti Soler, Pau Riba, Cerebrum, Máquina!, Sisa, etc… De la Universidad pasamos a una especie de cooperativa de consumo, que tenía su sede en un garaje bastante grande. Allí montábamos maratones de 24 horas con películas como 2001 o la de los hermanos Marx con Marylin Monroe [Amor en conserva], pero también pasamos Iván el terrible y cosas así, como en un loop, todo el tiempo la misma película, mientras se celebraban los conciertos o Zulueta hacía shows con lucecitas”.

Pacheco montaría Nuevos Medios en 1982. Desde allí, lanzó el nuevo flamenco y el pop más intimista de La Movida. Hablamos de Ketama, Ray Heredia, Pata Nega o Jorge Pardo. Y de Golpes Bajos, La Mode o Kikí d'Akí.

Iván Zulueta había llegado a Madrid en 1964 para estudiar cine y en marzo de aquel 1970 se había estrenado Un, dos, tresal escondite inglés, una ópera prima en la senda de las películas de Richard Lester para The Beatles que no tuvo mucho éxito comercial. Zulueta, artista de culto por excelencia de aquellos años, tendría que esperar a Arrebato –una década más tarde– para convertirse en un nombre grabado en los libros de historia del cine español.

Cuando pensamos en el desarrollo de las culturas juveniles, nuestra mente nos lleva irremediablemente al centro. Sin embargo, al acercarnos mucho a su historia nos encontramos con numerosos ejemplos que demuestran que el underground surge en geografías diversas, diseminadas por toda la ciudad. A menudo, en calles escondidas donde la disonancia con los tiempos puede pasar desapercibida, como la diminuta calle de María Zayas en Tetuán.

Etiquetas
stats