“Europa ha fallado totalmente en atraer una fábrica de chips avanzados”

Muchos de los cambios que trajo la pandemia se han revertido mucho antes de lo que el mundo pensaba que lo harían. Sin embargo, la geopolítica del chip nunca volverá a ser la misma. El coronavirus demostró cuán vulnerables eran los países desarrollados a anomalías en la cadena de suministro de estos componentes, indispensables en la vida digital, pero también en sectores críticos como la inteligencia artificial, las comunicaciones o la defensa. Cómo ha cambiado la industria de los chips y el mundo en estos cinco años es lo que Emilio García y Marimar Jiménez en Chips y Poder. Una batalla global por controlar la tecnología del futuro (Editorial Catarata) que sale a la venta este lunes.
Esta vulnerabilidad ha desatado una silenciosa batalla global por el control de los semiconductores. Los chips avanzados, fabricados con las tecnologías más punteras que permiten integrar miles de millones de transistores en espacios microscópicos, se han convertido en la nueva frontera del poder geopolítico. Mientras tanto, los chips maduros, con tecnologías más consolidadas y económicas, siguen siendo el pilar de industrias como la automotriz y la electrónica de consumo. EEUU y China mantienen una rivalidad abierta, con Taiwán, Corea del Sur y Japón como actores clave en la contienda.
Un escenario que deja cojeando a Europa tras la suspensión sin fecha de retorno de la construcción de la fábrica de Intel en Alemania por la crisis de la compañía. A cambio, mantiene ASML, la empresa neerlandesa que fabrica las sofisticadas máquinas de litografía ultravioleta esenciales para producir los chips más avanzados. Las mismas con las que la industria continúa explorando los límites de la Ley de Moore —que pronosticaba la duplicación de transistores en un chip cada dos años— mientras busca alternativas como RISC-V, una arquitectura de procesador de código abierto que promete mayor independencia tecnológica tanto para China como para Europa.
En esta entrevista, García (veterano del sector tecnológico desde 1989 y ex director de Gabinete de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales) y Jiménez, periodista especializada, explican las diferentes lógicas en marcha y cómo el escenario de batalla tecnológica ya ha dejado un derrotado: “La innovación”.
Han pasado cinco años desde la crisis de suministro de chips derivada de la pandemia y la guerra comercial posterior. ¿Cómo está ahora la cadena de suministro?
Bueno, en ciertas zonas, como en EEUU, parece que están en camino de relocalizar la producción, sobre todo en chips avanzados, que era el objetivo principal. Aún está en proceso y veremos qué pasa con las intenciones de Trump de modificar o derogar la Ley de Chips, porque eso genera incertidumbre. En Japón también hay movimiento, podrían llegar a crear un campeón nacional en chips avanzados. En cuanto a chips maduros, que se usan mucho en la industria automotriz, ya tenían producción establecida. En Europa, en cambio, se ha demostrado que no hemos conseguido traer fábricas de chips avanzados. Intel iba a instalarse, pero con su caída, ese plan se ha venido abajo. Y luego está China, que ha avanzado muchísimo en chips maduros, aunque por las restricciones no ha podido hacer lo mismo con los avanzados. De momento, Taiwán sigue liderando en chips maduros, aunque se estima que en un par de años China podría cerrar esa brecha.
¿Podemos decir entonces que la estrategia europea ha fracasado al no conseguir un sustituto para la fábrica de Intel en Alemania?
En cierto modo, sí. Parte de la estrategia era atraer una fábrica de semiconductores avanzados y en eso se ha fracasado totalmente. Quizá Europa debería haber apostado, como hizo Japón, por crear un campeón nacional, pero esa apuesta no se hizo. El proyecto de interés común no tenía un objetivo tangible más allá de fortalecer el ecosistema existente, que no es poco, pero no incluía la creación de un líder en fabricación. Si se hubiera planteado así, quizá hoy tendríamos un campeón nacional, pero en este momento no lo tenemos.
Quizá Europa debería haber apostado, como hizo Japón, por crear un campeón nacional, pero esa apuesta no se hizo
Parece que este debate ha quedado en segundo plano, sobre todo con el foco actual en el rearme. ¿Cree que Europa seguirá interesada en desarrollar esta industria?
Sí, de hecho, hace cinco o seis días un grupo de nueve Estados miembros, entre ellos España, firmó una carta dirigida a la Comisión Europea para insistir en la necesidad de seguir invirtiendo en el ecosistema, lo cual es una buena noticia. También la industria lo está reclamando. Ayer mismo, varios miembros del Parlamento Europeo enviaron otra carta en la que pedían a la Comisión que no dejara de lado este asunto. Creo que Europa tiene que seguir intentándolo, porque la soberanía tecnológica se juega en los elementos fundamentales de la tecnología digital, y los semiconductores son su base. Si no conseguimos tener un papel relevante en el ecosistema global de semiconductores, Europa va a enfrentarse a un problema serio en términos de autonomía y competitividad tecnológica.
¿Y en España? Ha habido estrategias en el diseño de chips y otras áreas que, aunque representan un porcentaje menor en la cadena de valor, también tienen su peso. ¿Cómo lo evaluarían?
Sí, se está desarrollando un cierto ecosistema en torno a la fotónica en Galicia y la Comunitat Valenciana. También hay algunas empresas interesantes en maquinaria de fabricación en Canarias, como Wooptix, y en diseño, como Openchip en Barcelona. Pero lo que se está viendo es que crear un ecosistema y fomentar fábricas y empresas con peso en el sector es más difícil de lo que parece.
De todas formas, creo que no es solo una cuestión de España, sino de Europa en general. Ningún país europeo, por sí solo, puede ocupar un lugar relevante en la cadena de suministro. La única forma de lograrlo es a nivel europeo, porque ningún Estado miembro tiene el músculo financiero suficiente para hacerlo solo. Dicho esto, España tampoco ha conseguido atraer una fábrica de chips avanzados, al igual que Europa en general.
Ningún país europeo, por sí solo, puede ocupar un lugar relevante en la cadena de suministro
Sobre la situación de China, mencionaban que ha avanzado mucho en chips maduros. La irrupción de DeepSeek también podría terminar demostrando que los chips avanzados no son tan determinantes como se creía. ¿Creen que esto puede ser una alternativa viable a largo plazo?
El fenómeno de DeepSeek tiene muchas luces y sombras. Para evaluar si China puede romper el techo de cristal en semiconductores, hay que verlo desde otra perspectiva. No se trata solo de evitar el uso de chips avanzados, sino de reflexionar sobre si China puede innovar lo suficiente en este sector para desarrollar su propia tecnología avanzada dentro de las restricciones actuales.
Está claro que tiene muy complicado avanzar en la miniaturización de chips por los bloqueos que enfrenta en acceso a herramientas y tecnología. Sin embargo, sí está progresando en otros segmentos dentro de la cadena de suministro que, combinados, podrían permitirle fabricar chips avanzados de otra manera. Por ejemplo, China está avanzando mucho en RISC-V, lo que le da más margen de maniobra en arquitectura abierta. También está tratando de sacar el máximo rendimiento a sus herramientas de fabricación, utilizando tecnologías propias en lugar de depender de los últimos modelos de ASML. Esto no le permite alcanzar la miniaturización más puntera, pero sí progresar en su propio camino.
En el libro centran el tema de RISC-V en China, pero también es una vía que Europa está explorando, ¿no? De hecho, el Barcelona Supercomputing Center - Centro Nacional de Supercomputación tiene una línea de investigación específica sobre esto.
Sí, Openchip, por ejemplo, es una compañía de diseño basada en RISC-V.
¿En qué situación está ahora mismo ese desarrollo?
Europa siempre ha apostado por las arquitecturas abiertas, precisamente porque no ha tenido grandes campeones en el diseño de chips de arquitecturas cerradas, ni en sistemas operativos. Así que, si Europa puede llegar a jugar un papel relevante en algo dentro de este sector, probablemente sea en RISC-V. No es algo descartable en absoluto.
Citaba antes los procesos de miniaturización, un área en la que una de las grandes preguntas es hasta dónde se puede estirar la Ley de Moore. Nos estamos acercando a los límites físicos, trabajando ya sobre escalas atómicas para la fabricación de transistores. ¿Hasta dónde se puede llegar y qué pasará cuando alcancemos ese límite?
Creo que estamos cerca. Se pensaba que no se podría bajar de los dos nanómetros, y sin embargo, se está avanzando en ello. Es difícil predecir el límite exacto, pero en algún momento lo encontraremos. Cuando eso ocurra, habrá que apostar por alternativas como la fotónica [empleo de luz en vez de electricidad para transmitir información en los chips], para mejorar la velocidad y eficiencia en la comunicación de los transistores, y por técnicas de empaquetado más avanzadas, como arquitecturas tridimensionales.
Además, como decía recientemente el CEO de Nvidia, Jensen Huang, en el ámbito de la inteligencia artificial podríamos hablar de una “hiper Ley de Moore”, donde los avances no solo vendrían de los chips en sí, sino de una combinación de mejoras en aplicaciones, en hardware y en la comunicación entre componentes. DeepSeek, por ejemplo, ha seguido un enfoque distinto: en lugar de depender de chips avanzados de Nvidia, a los que no tenía acceso por restricciones, ha optimizado la forma en que los elementos se comunican y ha trabajado a bajo nivel en el software. Esto sugiere que los mayores progresos pueden venir no solo del hardware, sino también de cómo se combinan y comunican los distintos elementos del sistema.
Dado que la industria de los chips mueve tanto dinero, parecería que las grandes compañías están en una posición segura. Sin embargo, dos gigantes que dominaban el sector ahora están en caída libre. Intel parece estar en una situación muy complicada, y Samsung, aunque algo mejor, también encadena varios trimestres muy malos. ¿Qué podría pasar si alguna de ellas empresas implosiona? ¿Cómo está gestionando la industria esta situación?
Bueno, creo que todavía no hemos visto el último capítulo de Intel. Ahora tienen un nuevo CEO, pero queda por ver cómo terminará la historia. Se habla incluso de una posible partición de la empresa, aunque no sabemos si eso sucederá o no. Ocurre lo mismo con Samsung, sobre la que también hay rumores de que podrían abandonar la línea de foundry [fabricación de chips para otras empresas] porque no logran competir con TSMC. Es solo un rumor, pero es posible.
Esta industria siempre ha sido extremadamente darwinista. Si miramos quiénes estaban en el top 10 de ventas de semiconductores en 1990 y quiénes están ahora, veremos que el único que se ha mantenido es Intel. El resto han desaparecido o han bajado posiciones. Pase lo que pase, el sector encontrará la manera de adaptarse. Puede que sea un proceso doloroso, pero la industria seguirá adelante, como siempre lo ha hecho.
Esta industria siempre ha sido extremadamente darwinista. Si miramos quiénes estaban en el top 10 de ventas de semiconductores en 1990 y quiénes están ahora, veremos que el único que se ha mantenido es Intel
Uno de los grandes objetivos de cada bloque geopolítico es aumentar su soberanía sobre la cadena de suministro de chips y tener capacidad de producción propia. Sin embargo, en el libro mencionan que esto es cada vez más complejo, ya que en un solo chip pueden encontrarse hasta 70 elementos de la tabla periódica y más de 300 materiales distintos.
Sí, de hecho, un grupo de investigación chino ha publicado recientemente que ha logrado fabricar un chip sin utilizar silicio, únicamente con bismuto.
Cuando un producto depende de tantos materiales y elementos distintos, parece casi imposible que una sola región, incluso si hablamos de toda Europa o América, pueda alcanzar una soberanía completa en su fabricación. ¿Es una industria cuyo desarrollo está ligado inevitablemente a la globalización?
Hasta ahora ha sido así. De hecho, el modelo actual de la industria de los semiconductores se consolidó con la globalización, aunque comenzó a gestarse un poco antes. El auge del modelo Fabless y Foundry coincidió con la expansión del comercio global [el modelo Fabless se refiere a empresas que diseñan chips pero no los fabrican, externalizando la producción a fundiciones especializadas (Foundries), como TSMC o Samsung].
Si volvemos a un escenario más proteccionista, es posible que tengamos que olvidarnos de ciertas dinámicas de producción. Lo veo complicado. En más de una ocasión me han preguntado quién está ganando la “guerra de los chips”, pero creo que la verdadera pregunta es quién la está perdiendo. Y, a mi juicio, la gran perdedora es la innovación. Cuando se reducen los vasos comunicantes entre los distintos eslabones de la cadena de suministro y cada actor debe fortalecerse en todos los frentes a la vez, la innovación se resiente. Probablemente, veremos una ralentización del progreso tecnológico en el sector de los semiconductores.
En más de una ocasión me han preguntado quién está ganando la "guerra de los chips", pero creo que la verdadera pregunta es quién la está perdiendo. La gran perdedora es la innovación
¿Pueden los chips frenar la tensión geopolítica, especialmente entre EEUU y China, para mantener esta industria a flote?
Es una posibilidad, no lo descartaría. Si seguimos por este camino, la innovación se verá afectada, eso es seguro. Ahora bien, dudo que solo por este motivo vayamos a recuperar un mercado tan globalizado como el de hace unos años.
¿Cómo cree que afectará la política de Trump y la capacidad de Elon Musk de recortar las subvenciones al sector de los chips?
La Asociación Industrial de EEUU ya lanzó una advertencia: si se retiran las subvenciones de la Ley de Chips o se frenan, el crecimiento esperado en la producción nacional podría revertirse. En lugar de alcanzar un 14-15% de la fabricación mundial en 2030, podría caer al 8%. Las expectativas de inversión dependen de estas ayudas, y sin ellas difícilmente se mantendrán.
En cuanto a los aranceles, ponerlos solo a los chips no tendría gran impacto, ya que China apenas exporta chips como producto final a EEUU, quizá un 3-4% de su producción. El problema real surge si se aplican aranceles a productos electrónicos con componentes chinos. Pero controlar esto es complejo, porque muchas veces ni el propio fabricante sabe exactamente de dónde provienen sus chips. Además, si Trump decidiera poner aranceles a los chips avanzados, como insinuó con Taiwán, encarecería productos clave como los de Nvidia, lo que no le haría gracia a la industria de la inteligencia artificial. Biden ya aumentó los aranceles a los chips chinos, pero el efecto ha sido menor. Al final, los chips están en todas partes, y cualquier restricción puede tener consecuencias imprevistas.
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