Es bueno ser rey

Juan Carlos I, rey emérito de España.

La frase que da título a este artículo está tomada de la irreverente película La loca historia del mundo, del polifacético Mel Brooks, en la que se satiriza la buena vida de los reyes, además de otras cómicas historias. En esta secuencia, un rey que se concede todos los placeres de una vida regalada, se burla de la vida menos desahogada que tienen sus súbditos que han de estar a su completa disposición y solícitos a satisfacer sus caprichosos. 

La revista holandesa Privé publicó unas fotografías del Rey Emérito en cariñosa disposición con Bárbara Rey. Al parecer no fue la única conquista de nuestro gallardo monarca, siendo la última conocida la llamativa Corina Larsen, empresaria alemana de la que supimos porque un tropezón regio dio con el rey de España por tierra y con una cadera rota. A raíz de este traspié tuvo que ser repatriado desde Botsuana adonde había viajado para participar en una cacería de elefantes a la que había ido acompañado de tan vistosa acompañante. Evidentemente el regreso fue a cargo del erario público, pero se destapó que Corina tenía un amplio historial como señorita de compañía de Su Majestad, y el escándalo acabó por reventar todas las costuras de una vida privada que la prensa había celosamente tratado de ocultar  

La caída en desgracia del rey Campechano –apelativo que comparte con su antepasado Fernando VII de infausto recuerdo– como consecuencia de las ya públicas infidelidades, amén de algunos 'pecadillos' inconfesables con Hacienda, pecadillos que también habían sido oportunamente silenciados por los medios de comunicación hasta ese momento. Pero la caída africana tuvo su repercusión en España y Juan Carlos I se vio forzado a dar un paso al lado y ceder la corona a su hijo Felipe VI. 

La prensa nacional parece que aún no ha llegado a su emancipación en lo que a contar los entresijos de la Casa Real se refiere, no así la prensa extranjera que no se ve conminada a rendir pleitesía a la figura de los monarcas, salvo que sean de su propia nacionalidad. Así supimos que nuestro rey era un generoso caballero que regaló, aunque después reclamó, 65.000.000 de euros a la 'desvalida' Corina, pero que además tenía sus 'ahorrillos' en paraísos fiscales y se cifró su fortuna en varios cientos de millones de euros. La misma Bárbara Rey, si las informaciones que ahora alegremente circulan son ciertas, habría percibido por su discreción varios cientos de millones de pesetas, y cómo no, también a cargo del erario público, es decir a cuenta de todos los españoles. Matar elefantes, especie en peligro de extinción, tampoco es precisamente barato.

El asunto tomó tal cariz que el ya provecto monarca fue 'aconsejado' de ausentarse de España para no dañar la figura de la Monarquía, aunque realice eventuales visitas al país que en su día lo aclamó con entusiasmo. La historia más reciente de la Piel de Toro reconoce dos dinastías desde el siglo XV, los Austrias y los Borbones (la incursión de la dinastía Saboya fue efímera). La casa de Austria, con sus incontables tropiezos amasó un extenso imperio al otro lado del Atlántico, con los Borbones se acabó liquidando todo aquel imperio donde no se ponía el sol, en doscientos años. Escaso palmarés para una dinastía que fue destronada en su país de origen en aras de su progreso y desarrollo.

Cuando todo este tinglado acabe de hacerse público, como es habitual en un país de contrastes y odios cainitas, habrá feroces detractores y defensores a ultranza. Estos últimos tratarán de minimizar o restar importancia a los `deslices´ regios y lo atribuirán a despreciables movimientos conspiranoicos. ¡Ale! Pelillos a la mar y sigamos como hasta ahora que nos ha ido bien. Éstos son los modernos cortesanos –nombre apto sólo para el caso de ser hombres, si fueran mujeres habría que asignarles otra denominación para ser políticamente correctos– sucesores de aquellos bufones que hacían reír a sus majestades, les recitaban o tañían sus instrumentos en los salones regios.

No parece muy probable que este tipo de relaciones afectivas hayan surgido a instancias de las señoras mencionadas, antes bien es más probable que haya sido a petición del monarca. El problema es que los vientos de la historia no soplan a favor de las testas coronadas y la herencia del rey emérito, aparte de poco edificante, no es nada ejemplarizante, lo que podría acabar haciendo tambalear la institución monárquica. La duda estriba en que camino seguirá el actual rey y la futura reina de España, si es que un día llega a serlo.

Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata

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