De la clausura a la turistificación: la hermandad del marido de Aguirre abre visitas en otra iglesia para frenar su crisis

Nuevo filón comercial para la Hermandad del Refugio, una entidad religiosa presidida por Fernando Ramírez de Haro (marido de Esperanza Aguirre) que ha protagonizado diversas polémicas durante los últimos años a cuenta de sus propiedades en Madrid. Uno de los inmuebles más importantes que gestiona, la iglesia barroca de San Plácido, ha pasado de ser un monasterio de clausura a un recinto habilitado para las visitas turísticas.
El edificio se ubica entre las calles San Roque y de la Madera, en el céntrico barrio de Universidad, aunque una de sus fachadas discurre por la más característica calle Pez. Una localización privilegiada, dentro del corazón de Malasaña, en un entorno donde la proliferación del turismo no parece tener visos de detenerse.
La Hermandad del Refugio nació en 1615 con el objetivo de “ayudar a los necesitados de Madrid”. Sin embargo, en los últimos años ha dejado de lado dos de las principales herramientas para esta labor con sendas clausuras: la de la residencia de ancianos necesitados en la calle Pez (convertida en un hostel para turistas) y la del colegio concertado, pero de precios modestos, Purísima Concepción (cuyo nuevo uso sigue sin conocerse).
Estas controvertidas decisiones coincidieron con la llegada a la presidencia de la institución de Fernando Ramírez de Haro, quien además de ser el esposo de Esperanza Aguirre ostenta actualmente el título nobiliario de conde de Bornos. El argumento esgrimido por la Hermandad en repetidas ocasiones ha sido la necesidad de cuadrar sus cuentas. Sin embargo, atendiendo a la documentación consultada por Somos Malasaña, la entidad no ha abandonado las pérdidas después de acometer estas operaciones.
La organización debe compartir por ley sus auditorías públicas, disponibles hasta 2023 en este enlace. La memoria económica de 2022 detalla 270.938 euros en pérdidas, y recoge además las de 2021: casi 122.000 euros. Pero la situación se recrudeció 2023, con un balance negativo de 1,7 millones. La Hermandad lo justificaba en el propio documento por “las indemnizaciones a los profesores del Colegio Purísima Concepción por un valor total de 1.276.703 euros”. La entidad admitía que “los ingresos normales de explotación no han compensado el déficit de las actividades desarrolladas por nuestra Hermandad del Refugio”.
Es por ello que la hermandad apuesta desde febrero por explotar San Plácido, con visitas turísticas de lunes a viernes de 10.30 a 15.00 y los sábados de 10.30 a 16.00. Cobra cinco euros por la visita libre al recinto, con audioguía, mientras que las visitas guiadas para grupos tienen un coste de siete euros por persona. Quienes combinen el recorrido con audioguía por San Plácido con el de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, la joya de la corona entre las propiedades del ente religioso, disponen de un precio especial combinado de nueve euros.

Este periódico ha contactado a la Hermandad del Refugio para conocer los motivos concretos que le han llevado a cambiar drásticamente su modelo de gestión y explotación de San Plácido, así como la respuesta que está generando a nivel de público. La entidad no ha respondido hasta la fecha las preguntas trasladadas.
Sí lo hizo sobre el terreno Nerea, empleada como recepcionista en el convento desde que se pusieron en marcha las visitas. “De momento no recibe la misma gente que por ejemplo San Antonio”, admite. “Pero vamos poco a poco, estamos contentos”, apostilla. Dice que la apertura le parece “muy bien” porque “luego la gente se dedica a repetir que no hay nada bonito en Madrid”. Una castiza familia que pasea por la zona comentando la nueva vida del convento asegura que la visita “merece mucho la pena”.
La iglesia de San Plácido, cuatro siglos de una historia de amor y fe
El nacimiento de San Plácido está unido a un momento de expansión de Madrid, a comienzos del siglo XVII, del que surgen varios conventos e iglesias en la zona como el propio San Antonio, las mercedarias de San Juan de Alarcón o la Iglesia de Porta Coeli (hoy San Martín). En 1619 arrancó la historia del lugar cuando el caballero Juan de Villanueva compró los terrenos, mucho más amplios de los que hoy ocupa el convento, que ya contaban con una pequeña iglesia. Se dice que pidió en matrimonio a la dama Teresa del Valle y de la Cerda, pero a esta le pudo más el fervor religioso y Villanueva la acabó regalando su propio convento. En 1624 llegan las primeras monjas a un convento que entonces era una amalgama de casas de las que hoy no queda rastro alguno. Teresa de la Cerda, que aportó la mitad del capital inicial, se convirtió en la primera priora del monasterio de madres benedictinas.
El templo actual lo proyecta hacia 1655 Fray Lorenzo de San Martín, que tiene el mérito de haber introducido las aceras en Madrid. La arquitectura original, mutilaciones aparte, queda muy deslucida al quedar encajonada en las calles actuales, que no permiten apreciar la gran cúpula encamonada. La iglesia, es un hecho poco conocido, se llama de la Encarnación Benita.
En 1908, el Ayuntamiento declaró ruinosa la parte conventual y aconsejó incluso su demolición. Elías Tormo, político y conocido historiador, mantuvo una importante batalla pública por la pervivencia del convento, que acabó perdiendo, aunque posteriormente se reconstruyeron partes derribadas. Se perdieron los coros alto y bajo, y la capilla del Sepulcro, donde habían estado los famosos Cristos de Velázquez y Gregorio Hernández.

Uno de los grandes tesoros de San Plácido es el retablo mayor, con una Anunciación de Claudio Coello, que firma, además, otros dos retablos situados en los brazos del crucero. Los frescos de la cúpula, de las bóvedas del presbiterio y de la nave central tienen también un gran valor artístico. Algunas de las pinturas se atribuyen a Francisco de Ricci y otras a pintores italianos del entorno de Diego Velázquez. En la Capilla de la Inmaculada se encuentra un Niño Jesús de Montañés y el importante Cristo Yacente de Gregorio Hernández.
En su día, San Plácido albergó el famoso Cristo de Velázquez, que hoy cuelga de las paredes de El Prado. Fue un regalo de Felipe IV, pintado para figurar en el coro del convento. Según cuenta Elías Tormo, a finales del XVIII Goya y Moratín hicieron una visita al convento con el encargo de Godoy de hacerse con el lienzo, que fue cedido O malvendido al valido de Carlos IV. La zona de la clausura custodia algunas obras interesantes, como una talla de la Virgen que se saca en procesión el día de la Candelaria, un belén con un Rey Mago de Salcillo o el teatrino, que es una urna de cristal con imágenes en cera, un elemento habitual de los conventos barrocos.
Como dato curioso, en la fachada del convento que da con la calle Pez se asentó un icónico comercio con décadas de historia en Malasaña, la tienda de textiles y complementos Los Telares. El negocio se vio obligado a cerrar en 2019 por la negativa de las monjas de San Plácido a renovar el contrato de alquiler, ya que las hermanas deseaban reincorporar al templo la esquina. La absorción supuso la puntilla definitiva a los locales comerciales que durante décadas albergó el inmueble, con otras tiendas clásicas como Calzados Penalva.
En el caso de San Antonio de los Alemanes, el templo fue construido entre los años 1625 y 1630 por la Institución de San Antonio de los Portugueses (como se la conoció en un principio). En 1660 pasó al patrimonio de doña Mariana de Austria (reina consorte de Felipe IV), época en la que comenzó a ser conocida con su nombre actual. Con la llegada de los Borbones, en 1705, fue donada por Felipe V a la Hermandad del Refugio en otra muestra del poder patrimonial y las grandes influencias de la institución entre las esferas de poder históricas.
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